vasija cerrada


CAPÍTULO V
El pobre del Señor
César I. Actis Brú

Si entendemos como pobreza una situación concreta de carencia de bienes referida al hombre, considerado individual o socialmente, personal o colectivamente y partiendo de la realidad de la naturaleza humana que es unidad en materia y espíritu, en cuerpo material y alma espiritual, debemos deducir que la dicha carencia es de bienes materiales y espirituales.

Y si añadimos que el hombre ha sido creado en Gracia de Dios, es decir en estado sobrenatural, debemos agregar que existen carencias de índole natural y sobrenatural.

Entendemos como carencia primordial del hombre la carencia de la Gracia de Dios, carencia que es origen de las demás carencias y obviamente, las demás situaciones de pobreza de toda índole.

Según el dato revelado -y la fe en él- quien nos restituye la gracia de la cual carecemos es Jesús de Nazaret, el Cristo de Dios, su Hijo y Ungido.

En Él los hombres encontramos la satisfacción de las carencias y la saciedad de esa sed de absoluto, de Dios, de Verdad, de Justicia y de Bondad, que nos aquejan y nos angustian.

El Hijo de Dios vino, evidentemente, para los pobres, para todos los pobres y para darle sentido a la pobreza en razón de la promesa sobrenatural de saciedad en el Señor.

Hemos considerado brevemente en el capítulo anterior que el escudo episcopal de monseñor Zazpe rezaba "Christus Rex" y comentado también que allí se nutría la raíz de su preocupación, su ocupación y su predilección por los pobres en general y por los "más pobres" en particular, aquellos carentes incluso de los bienes más elementales para el ser humano.

Hemos dicho también que quiso ser como Jesús. Y así, como Jesús, fue verdaderamente pobre.

Creo que Mons. Zazpe había descubierto que la pobreza no era accidental a la Iglesia de Cristo, sino sustancial en ella.

Ser cristiano es ser pobre, porque la pobreza en el Reino de los Cielos, del cual Jesús es medio y mensaje -aplicando Mc Luhan a la teología- adquiere una entidad y valoración distinta.

Más aún, desde las bienaventuranzas, ser pobre es ser signo de Dios entre los hombres.

Ser pobre (como el Verbo encarnado, pobreza suma) es mostrar el rostro de Dios a quien Jesús mismo describe detalladamente en las bienaventuranzas de Mateo, "el evangelista de la iglesia".

Ser pobre es tener totalmente abolido el sentido de la "propiedad" y de la posesión" tal como el Verbo, que aparece "sin tener dónde reclinar su cabeza".

Más aún, sin tenerse a sí mismo ya que viene a "mostramos al Padre".

Quien lo ve a Él ve a Dios.

Y yo diría que en esta línea de pensamiento, Mons. Zazpe quiso que no se lo viera a él sino a Jesús y a Jesús sufriente, crucificado, muerto y resucitado, quien en el colmo de la pobreza debía "hacerse a un lado" para que nos fuera enviado el Espíritu de Verdad.

Ese Espíritu de Verdad le mostró la Verdad que nos hace libres y descubrió que la "verdad de la Iglesia es la pobreza".

Una pobreza Esposa del obispo, celosa y excluyente (como el Señor de Moisés y los Profetas) que no comparte su Amor con las prostitutas del Poder Político, las Riquezas Fiduciarias o el Narcisismo del Placer.

Esposa fecunda que procrea multitudes de hijos en el Espíritu, en el tálamo inconmovible de la Iglesia.

Por lo dicho, me parece el mejor homenaje de lealtad a monseñor Zazpe expresar esta realidad fundamental de su "kénosis" mediadora como obispo, expresada "como el pobre del Señor" en lo sacerdotal (santificando al pueblo); en lo profético (amonestando y consolando al pueblo) y en lo pastoral (conduciéndolo a las verdes praderas y aguas incontaminadas a través de caminos tortuosos).

A continuación, ejemplos extractados de sus predicaciones algunos de los cuales aparecen en el capítulo III sobre el Misterio, mostrando la íntima conexión que en Mons. Zazpe la pobreza tiene con él:

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"Para Cristo la pobreza no es sólo un problema social, sino un misterio redentor al cual todos estamos llamados." (72)

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"Ella es la del "sí" nunca retractado; el "sí" al Arcángel Gabriel y a la espada de Simeón, el "si" al exilio de Egipto y a la pobreza de Nazaret, el "sí" a la Ascensión y a Pentecostés." (73)

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"Esta ordenación sacerdotal, preludio de otras que seguirán, es una bendición para los ámbitos tan amplios del dolor, del sufrimiento y la pobreza." (74)

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"Conversión hacia los pobres desde la propia pobreza de espíritu y desprendimiento." (75)

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"Hay que recuperar el valor de la pobreza." (76)

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"En la Arquidiócesis es necesaria una evangelización con cuatro objetivos: recrear la familia y la juventud, promover las vocaciones sacerdotales y religiosas y recuperar un genuino sentido evangélico para vivir la pobreza y servir a los pobres."

"Prioridad: los Pobres

La tercera prioridad evangelizadora de la arquidiócesis, está constituida por los pobres; es decir, por todos aquellos que no tienen apoyos ni solidaridades que sostengan y ayuden a superar la situación de carencia: son los ancianos sin familia, los solitarios, los discapacitados, los desaparecidos, los detenidos sin proceso o con condena cumplida, los changarines, los angustiados por la penuria salarial, los "sin techo" y toda la inmensa y variada galería de marginados.

Deben ser los preferidos de la Iglesia, porque fueron los preferidos del Señor.

Cristo los puso como señal de su misión: "El Espíritu del Señor está sobre Mí. Me envió a evangelizar a los pobres, a anunciar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos".

Cuando se le pidió una señal que avalara su misión y sus exigencias Cristo contestó: "Los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son curados y se predica el Evangelio a los pobres".

Y no sólo tuvo preferencias por los pobres, sino que asumió personalmente la pobreza como una dimensión constitutiva de su vida.

Nació pobre, vivió como los pobres, trabajó treinta años como un pobre: "El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".

Se comportó como un pobre: "El Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir".

Se humilló y lo humillaron como a un pobre.

Tuvo hambre y sed como los pobres.

Antes de crucificarlo, lo desnudaron como a un pobre.

En la cruz se sintió abandonado como los pobres.

Murió pobre y cómo los pobres.

Para Cristo la pobreza no es sólo un problema social, sino un misterio redentor al cual todos estamos llamados.

Lamentablemente, el tema ha sido manoseado y manipulado ideológicamente, pero sería anti evangélico reaccionar de modo pendular, silenciando la primera bienaventuranza del monte.

Si queremos recrear un nuevo modelo de vida, debemos pensar en otro diseño, donde la austeridad, la sencillez, la abnegación, el servicio y la comunicación de bienes, sean notas predominantes y significativas.

Abunda lo innecesario, sobra lo superfluo, escandaliza lo suntuario.

Hay que podar apetencias, rectificar deseos, volver a lo necesario y ser cautelosos con lo conveniente.

Hay que derribar el consumismo de su primado y reubicar al espíritu en su lugar." (77)

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"El episcopado latino americano en Puebla y consecuentemente la Arquidiócesis de Santa Fe, han revalidado la pobreza evangélica como una opción que debe impregnar y animar toda la vida eclesial y el colegio es una expresión de la Iglesia. Si no se llegara a un espíritu de pobreza propiamente dicho, debe al menos vivirse un espíritu de austeridad y sencillez." (78)

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"Tanto la Sagrada Escritura como la Liturgia, fundamentan la ofrenda económica de los fieles como signo de la disponibilidad generosa y abnegada del corazón y expresión concreta de la bienaventuranza evangélica de la pobreza de espíritu.

Durante éstos últimos años, algunas instituciones católicas de Europa han permitido a las diócesis de América Latina concretar proyectos de evangelización, gracias a la generosidad de los bautizados, muchas veces de igual condición o más modesta que la muestra, os que con verdadero sacrificio y espíritu eclesial han aportado su ayuda económica para iniciativas de este lejano Continente.

Su ejemplo obliga a la reflexión y a la autocrítica." (79)

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"Son valores la pobreza de espíritu, la misericordia, la justicia, la limpieza de corazón, la mansedumbre, el amor, la reconciliación, el perdón, la adoración, el servicio y son contravalores la injusticia, la violencia, la suciedad de alma, la insolidaridad fraterna, el atropello, el rencor, la negación del perdón y toda forma de idolatría, tanto del dinero como del poder y del sexo."

"Si una persona cree en la Providencia de Dios, deberá reflejar en su comportamiento la con-fianza en el Padre Celestial que alimenta a las aves y viste a los lirios, pero ama de manera especial al hombre.

Su estilo de vida se expresará en actitudes de confianza filial y abandono en el Señor. En cambio, el hombre incrédulo en la Providencia, manifestará en su vida el cálculo, la preocupación obsesiva, el temor y la angustia por su futuro, que querrá asegurar desde su propia inquietud y previsión.

Es absurdo un estilo de vida cristiano, donde las notas de ostentación y posesión, constituyen características relevantes.

El bautizado que admita la pobreza evangélica, tendrá también una fuerte inclinación a comunicar sus bienes espirituales y materiales con los necesitados y no a retener para sí lo superfluo y hasta renunciará a veces a lo conveniente.

Será sobrio y austero en el vestir, en el comer, en la alegría y en los proyectos de vida." (80)

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"El Documento de Puebla reconoce que sólo en América Latina viven cien millones de hombres en extrema pobreza. Nada digamos de otros continentes de la tierra." (81)

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"Son muchos los jóvenes -quizás la mayoría- que no rechazan a Cristo; pero es quizás la mayoría la que no se incorpora a su persona, a su redención, a su perdón, a su misericordia, a su amor, a su pobreza, a su pureza, a su servicio." (82)



Notas:

(72) Ocasión: 03.05.1981 - Mensaje con motivo de la peregrinación anual.
Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1981- Págs. 27 a 30.

(73) Ocasión: 09.04.1978 Clausura de la Procesión vespertina en el santuario de la Virgen de Guadalupe.
Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Junio 1978 - Págs. 30 a 32.

(74) Ocasión: 16.12.1977 Ordenación presbiteral del diácono Jorge Juan Montini. En la Catedral Metropolitana.
Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1977 - Págs. 12 -14.

(75) Ocasión 07.10.1979 Homilía en la Misa celebrada en la Catedral Metropolitana inaugurando el Año Mariano Nacional.
Ubicación bibliográfica Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1979 - Págs. 36 a 38.

(76) Ocasión: 15.04.1981 - Homilía pronunciada durante la Solemne Misa Crismal.
Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1981 - Págs. 25 a 27.

(77) Ocasión: 03.05.1981 - Mensaje con motivo de la peregrinación anual al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1981- Págs. 27 a 30.

(78) Ocasión: 21.12.1981 Carta a los directores de Escuelas y Colegios Católicos de la Arquidiócesis. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1981- Pág. 36.

(79) Ocasión: 17.11.1982 Carta pastoral sobre la responsabilidad económica del cristiano. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1982 - Págs. 29 a 30.

(80) Ocasión: 16.02.1983 - Carta Pastoral para la Cuaresma de 1983. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1983 - Págs. 49 a 52.

(81) Ocasión: - 17.04.1983 Mensaje en la peregrinación anual a la Basílica de Ntra. Sra. de Guadalupe. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1983 - Págs. 64 a 66.

(82) Ocasión: - 02.10.1983 Homilía en la Misa de conclusión de la Peregrinación Juvenil a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Ubicación bibliográfica: Revista del Arzobispado de Santa Fe Enero / Diciembre 1983 - Págs. 74 a 76.


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