BORGES Y PAZ EN UN ENCUENTRO INSÓLITO
César Actis I. Brú

Borges y Paz se encontraron en los momentos finales del primero.

Luego se sabría que en su testamento Borges declaraba ser "católico, apostólico romano, dispuesto a morir en el seno de la Iglesia y perdonando a todos sus enemigos y a todos sus deudores" que sin duda tenía sobradamente de ambos.

La perspicacia de Paz y su conciencia sana le impidieron aprovecharse de ese momento: "Me pareció cruel y hasta bárbaro - dice Paz - turbar los últimos momentos de un hombre en aquella situación con preguntas que si él satisfacía comprometían a sus amigos y si negaba, podían conturbarle".

No es necesario abundar sobre la nobleza del alma de Paz; por otra parte su oficio y su genio han trascendido las fronteras y es conocido por todos, en cambio no son tan sabidos el valor y la audacia de un Borges desconcertante y sorpresivo que desatinadamente se constituyó (por breve tiempo, es cierto) en un valiente gobernador autónomo.

Más detalles de esta historia nos aclaran que a Borges lo mataron y que, memorioso, Paz refiere lo que sus ojos vieron en aquel día del mes de enero: "Borges murió con entereza y protestando contra la injusticia de su sentencia y la no observancia de la formas, pero con los sentimientos religiosos y cristianos".

También La Madrid consigna que Borges "murió con entereza admirable después de haber arreglado debidamente las cuentas de su alma".

Y faltarían los testimonios del R.P. Ibarzábal - el fraile domínico que le suministró los auxilios -, de Bustos y también, de Belgrano.

La vida y la muerte como flores gemelas de un mismo tallo, la falsedad de los tiempos y algunos nombres propios pueden tejer una trama sugerente del equívoco.

Esta porción de historia de la cual hemos tomado los tramos finales, es la del teniente coronel Juan Francisco Borges ejecutado el 1° de enero de 1817 debido a una orden de "inmediato fusilamiento" expedida por Manuel Belgrano a Juan Bautista Bustos quien comisionó el ingrato encargo a Gregorio Aráoz de La Madrid.

El motivo parece haber sido una revuelta que en 1816 efectuó el teniente coronel Borges para lograr la autonomía de Santiago del Estero, región controlada por Belgrano desde Tucumán.

Según órdenes superiores, el entonces comandante José María Paz, debía recibir al prisionero y tomarle declaraciones para que delatara situaciones y nombres que permitieran evaluar la extensión de una revuelta. Como queda expuesto más arriba, en un noble gesto que lo enaltece, el genial estratega, se niega a hacerlo fundado en las razones expuestas anteriormente.

La ejecución se llevó a cabo en una "chacarita" que el convento de Santo Domingo de Santiago del Estero tenía en la zona y donde el anciano fraile Ibarzábal asistió espiritualmente al condenado.

Ironías del destino: media hora después del fusilamiento llegó el indulto que, ante la insistencia de los santiagueños, otorgó Belgrano.

Detalles dramáticos de un encuentro insólito - si se hubiera producido en nuestros tiempos - en los cuales los nombres de Borges y de Paz evocan distintos cauces para la equivocación.




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