MARIO ROBERTO VIGO (1914 - 2003)
Jorge Reynoso Aldao

Al salir de una protocolar comida que se ofrecía en el Lawn Tennis, Agustín Zapata Gollan se desplomó a vereda, perdiendo el conocimiento. Los choferes que aguardaban en sus respectivos coches oficiales, lo auxiliaron, procurando una ambulancia. Esa misma madrugada, los médicos de la internación reclamaron un marcapasos y dispusieron transfusiones. Al clarear el día, parientes y amigos nos enteramos que en Santa Fe no se disponía de marcapasos, elemento que tan sólo se gestionaba en la Delegación Rosario de Salud Pública de la Nación. Minutos más tarde, Mario Roberto Vigo emprendería un angustiado viaje de ida y vuelta a Rosario y, tras vencer trabas burocráticas, regresaría por la tarde, munido del vital mecanismo cardiológico, que le fue implantado de urgencia a nuestro querido paciente. Ya los donantes de sangre habían respondido a la convocatoria radiotelefónica con gestos solidarios (entre los que se hallaba el Dr. Julio del Barco, admirador silencioso de la obra y las obras de Zapata Gollan, impulsado por una larga vocación historiográfica).

Días después, en la tertulia vespertina que nos congregaba en el despacho de la dirección del Museo Etnográfico, celebrábamos la postergación de “las pompas fúnebres” (como le gustaba alarmarnos ZG con entereza de cristiano viejo).

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Ambos gestos solidarios concurrieron, sin duda, a prolongar unos años la vida de aquel humanista de socarrona elegancia espiritual que seguiremos añorando los que fuimos sus leales seguidores.

Y ahora que me han pedido que recuerde a Mario Roberto Vigo, me complace evocarlo en una actitud que lo pinta de cuerpo entero. Porque, si bien Mario no tenía mucho tiempo para frecuentar el grupito más íntimo, apremiado por sus responsablidades notariales, siempre estuvo pronto para conducir por la ruta a Cayastá a personalidades y estudiosos que deseaban conocer las ruinas de Santa Fe la Vieja (como tengo memoria de aquella siesta que compartimos en su coche en el pintor uruguayo Carlos Páez Vilaró, que estaba dispuesto a pintar un mural historiado de la gesta de Garay en el sitio arqueológico).

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Mario Roberto Vigo había heredado el estilo inquieto y servicial de sus mayores provincianos con arraigo en San José del Rincón y en esta capital santafesina, donde su padre, el escribano Salvador C. Vigo supo prolongar en la “escuela Vigo” una estirpe de educacionaistas y políticos enrolados en las filas democráticas.

A su paso por el tradicional colegio de la Inmaculada de los PP. Jesuitas, refirmó lazos de amistad de la niñez que cultivaría hasta los últimos años de su vida. En la escribanía consolidada por el padre, ejerció por más de cincuenta y dos años. Dotado de espíritu dinámico y sagaz, participó con servicial protagonismo en puestos de responsabilidad ciudadana: en el Colegio de Escribanos, Asoociacion Argentina de Tenis, Liga de Tenis del Litoral; Lawn Tennis Club de Santa Fe, Instituto Sanmartiniano, vicepresidencia del Club del Orden y la presidencia fundadora de Amigos del Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez” (que ejerció durante más de treinta años) como así en el seno del Centro de Estudios Hispanoamericanos, que hoy quiere fijar su recuerdo con esas líneas.

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Al constituir hogar con Beatriz Leguizamón Pondal y colmar de cuatro hijos a su residencia de San Martín al 1900, brindó su casa en recepciones y comidas,a las que concurrieron sus amistades de todos los tiempos, restaurando el buen gusto y distinción de los saraos provincianos de antaño.

Tras enviudar en un trágico accidente automovilístico en un camino entrerriano, es estrechó familiarmente con sus hijos y nietos, haciendo pie con frecuencia en la propiedad establecida por “los Vigo” en San José del Rincón; compartiendo las nostalgias, perfumadas de azahares y jazmines, de aquellos veraneantes santafesinos que encomendaron a Luis Beney la natación de sus hijos y encomiaron en la retreta de la plaza pueblerina la voz del tenor Pedro Marassou, que ya era una celebridad de Santa Fe en el Teatro Colón de Buenos Aires.

SANTA FE
Junio de 2005


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