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SANTA FE LA VIEJA, TESTIGO PRESENTE DE EXISTENCIAS ANTERIORES
Consideraciones sobre su potencial educativo Paula Busso (*)
Rosalía Aimini (**) El trabajo cotidiano con estudiantes en los museos, edificios y lugares históricos y la experiencia de algunos años de análisis dedicados al tema, nos demostró que éstos son instrumentos pedagógicos que merecen estar incluidos dentro de las propuestas didácticas de cualquiera de los niveles y ciclos del sistema educativo, ya que son un recurso relativamente innovador que puede ser adaptado para facilitar el acceso a determinados aprendizajes a personas de edades e intereses muy diversos. El Parque Arqueológico "Ruinas de Santa Fe la Vieja" no es una excepción; ya que si es nuestra intención como docentes, abandonar una enseñanza tradicional de la Historia, descriptiva, acrítica y memorista y avanzar en la dirección de una Historia de procesos, que evite representaciones estáticas, que apunte a desarrollar la comprensión que los sujetos tienen del mundo y a ampliar su experiencia a través del estudio de personas, de tiempos y de lugares diferentes, apreciando los cambios y las continuidades, integrando a distintos protagonistas, no podemos dejar de considerar el valor de este sitio. Santa Fe la Vieja, es entonces, un recurso inigualable para instrumentar actividades didácticas que les permitan a los alumnos/as y a cualquier otro visitante situarse en el contexto particular de la época y comprender mejor la compleja y dinámica trama de los procesos sociales que caracterizan al período colonial en general y a esta sociedad en particular. La historia va dejando huellas en el medio, estas huellas no quedan sólo en memorias y archivos, sino también en el entorno. El registro arqueológico de Santa Fe la Vieja -artefactos, restos bio-antropológicos y estructuras- es el testigo presente de existencias anteriores que nos sirven para contactarnos con las realidades sociales pasadas. En este sentido, estos vestigios son documentos, ya que nos pueden revelar algo sobre el pasado en este recorte particular de la historia de Santa Fe en los tiempos tempranos del período colonial. La cultura material(1), es decir, la forma en que los hombres, mujeres y niños producen las cosas que ingieren o con que se cubren, las moradas que habitan, las herramientas que emplean, junto con la forma en que usan y consumen esos bienes (Bauer A.J.) se constituye en documento; un documento que, en sentido literal, podemos recorrer en Santa Fe la Vieja. La antigua ciudad es un caso singular y paradigmático, que se distingue por su envergadura, por la posibilidad que ofrece no sólo a la investigación sino también a la educación(2), ya que permaneció en el sitio fundacional más de ochenta años y posteriormente fue mudada. Los traslados de ciudades españolas en América no fueron raros pero en general éstos se produjeron al poco tiempo de fundadas, lo que no permitió su consolidación urbana y edilicia, tampoco social, económica y productiva. Por su parte, las ciudades que siguieron desarrollándose en su asiento fundacional, crecieron sobre sí mismas destruyendo y sustituyendo los vestigios de sus primeros tiempos (Calvo, et. al, 2001). Santa Fe la Vieja con su existencia de casi un siglo -desde la fundación en 1573 hasta el traslado hacia mediados del siglo XVII- pudo afianzarse y permaneció incólume en el tiempo, sólo sujeta a su acción, lo que nos permite tener un conocimiento acabado de la vida en sus múltiples aspectos, convirtiéndose, por eso mismo, en un referente fundamental. En el Parque Arqueológico el contacto con la cultura material es inmediato, aunque también presenta la ventaja de contar con un museo de sitio donde se puede realizar un abordaje didáctico de los objetos museables que constituyen esta cultura. El objeto-documento no es sólo aquel que posee valor estético, el objeto artístico, también lo es el banal, el cotidiano, en la medida que pueda trasmitirnos información sobre otros tiempos. Los documentos objetos o los objetos como documentos poseen información; esta información o mensaje deriva de su calidad de producto de la actividad humana y por lo tanto resultado de una serie de acciones intencionadas que han recaído sobre él y han determinado su identidad. Así es que si queremos saber para qué sirvió un objeto podemos interrogarle y la respuesta, la más de las veces, la hallaremos en él mismo; de la materia de que esté hecho, de su forma, de su decoración, podemos deducir el uso que tuvo en su momento ya fuera éste doméstico o ritual, militar, funerario, etc. Al ser el objeto la respuesta a la necesidad, sea ésta del orden que sea, económica, técnica, social, política, religiosa, estética, que va a decidir sus características materiales, podemos partir de éstas para deducir las necesidades que satisfizo. El objeto es también resultado de un proceso técnico que podemos descubrir en él, pues en cada cosa se reflejan los niveles de desarrollo tecnológico de la sociedad que la produjo. (Busso y Cocco, 2001) Si bien los testimonios del pasado expuestos en el museo de sitio pueden ser "leídos" independientemente del mensaje y del entorno, consideramos más provechoso trabajar con los estudiantes estableciendo el contexto como la unidad de estudio y dentro de él las relaciones que entabla el objeto con otros objetos y no dejar a este último aislado como fetiche. Para que los objetos "hablen" y la cultura material se transforme en una fuente de información hay que recurrir a estrategias(3) y métodos de investigación que nos permitan sacar a la luz, exhumar, arrancarles a los objetos la información, es decir, descubrirla. Este "descubrimiento" se relaciona con métodos de enseñanza activos: de modo que los conocimientos que se consigan sean el resultado de una elaboración propia, consecuencia de un análisis de la realidad y de una reconstrucción de su estructura. Tal como nos dice Angela García Blanco (1988), "Investigar-descubrir-aprender es un proceso continuo del pensamiento para el que no hay límites de edades". El conocimiento se construye avanzando entre certezas y dudas, confirmaciones y refutaciones, datos que se buscan, que aparecen, que faltan. En ese proceso, lo nuevo adquiere progresivamente un sentido y se integra a lo conocido, resignificándolo. (Kantor, 1996). El visitante de un museo necesita libertad para elegir el recorrido que quiere realizar pero también necesita de orientaciones para que el mensaje del mismo pueda llegar a ser comprensible y pueda relacionar lo que sabe con lo que desconoce, con lo que supone e infiere, descubriendo el contexto de proveniencia de los objetos expuestos, potenciando de este modo las capacidades de observación, descripción, asociación, reflexión, etc. La visita al Parque Arqueológico nos facilita este contexto de descubrimiento al ayudarnos a crear una imagen de ese pasado, pero no de un pasado muerto, como suele suceder en algunos museos donde las vitrinas se transforman en cárceles de cristal y los objetos permanecen "mudos" al estar aislados entre sí y descontextualizados(4). El museo es una “puesta en escena” de procesos históricos y sociales, muy complejos; de allí lo difícil de su presentación de manera de no cristalizarlos ni caer en reduccionismos, permitiendo la percepción de la dimensión histórica, mostrando la continuidad o las interrupciones en el desarrollo de las culturas y los patrimonios culturales y dilucidando el papel que juegan los objetos preservados en la identidad de un grupo social (Aimini y Busso, 2001) La calidad de la experiencia total que brinda Santa Fe la Vieja va a depender de la habilidad de quienes organicen el recorrido -sean guías o docentes-, de brindar una experiencia única, potenciando la intrínseca capacidad informativa de la ciudad vieja. Al recorrerla no nos despojamos de nuestro presente, ya que allí no encontramos "el pasado" sino sus vestigios, pero estos vestigios tocados sólo por la mano del tiempo son un vehículo didáctico para conducirnos a un estadio de empatía histórica contextual. Con el término "empatía" nos referimos a la comprensión o toma de contacto con el tiempo y lugar de los sujetos de la historia; en relación con este concepto se han establecido diversos grados o niveles de categorías que oscilan desde un grado nulo o mínimo de empatía a un grado máximo en el que los hechos históricos son contextualizados de modo que la empatía alcance el nivel de situarse "bajo la piel de los agentes históricos estudiados (Chillón Fernández y Friera Suárez, 1998)(5) El aprendizaje "in situ" en la vieja ciudad brinda una experiencia insustituible, al enfrentar a los visitantes "cara a cara" con los testimonios, posibilitándoles el desplazamiento comprensivo en el tiempo, permitiendo que el contexto y el clima de la sociedad santafesina de los siglos XVI y XVII penetren en nuestra sociedad contemporánea; conduciendo a una profundización del aprecio por lo que fue, a valorar la lucha de nuestros antepasados contra las adversidades, a entender sus temores, ambiciones, gustos, ansiedades y pasiones, exorcizando a los estereotipos en que solemos caer cuando juzgamos al pasado con criterios del presente. El lugar, los sonidos, los colores y olores - naturales o reconstruidos(6)- nos permiten meternos, como Alicia en el país de las maravillas, en un juego que nos sumerge, por un instante, en un recorte de la vida diaria de Santa Fe en el periodo colonial temprano y ser así un poco protagonistas de nuestro lejano pasado. En este sentido podemos afirmar que si bien muchos museos son lugares prestigiosos pero al margen de la vida, Santa Fe la Vieja no lo es, ya que con un tratamiento didáctico adecuado(7) es relativamente sencillo conocer, sentir y vivenciar las tensiones y expectativas del tiempo al que accedemos. La visita a Santa Fe la Vieja nos remite a los sentidos, que no hay porque devaluar en el momento de planificar las actividades didácticas, ya que la "atmósfera" constituye un elemento importante en el proceso de aprendizaje (Pluckrose, 1993). El acercamiento al sitio a través de la percepción visual y auditiva, explorando modos de comunicar que apelen no sólo a lo racional y reflexivo sino también a lo emotivo, lo afectivo, lo creativo, permite "conocer" en profundidad. La experiencia directa que conjuga el "ver" y el "estar" favorece la comprensión por sobre la memorización irrelevante de datos y a la vez incentiva la imaginación permitiendo el establecimiento de vinculaciones significativas entre ese pasado representado y el presente vivido. Lamounier (1993) refiriéndose a estas vinculaciones entre pasado presente en los espacios museables afirma "recordemos que el cuento clásico termina con el concluyente 'y fueron felices' la buenaventuranza queda congelada, con el mismo afán como queda congelada la cultura en los museos. Sin embargo, la sabiduría popular le adicionó 'y comieron perdices' actividad esta sumamente material y cotidiana que implica la práctica de la caza, el adobo y la cocción. Esta segunda parte es la que falta en la mayoría de los museos: su misión no es la de repetir un manjar fijado en el tiempo, sino 'religare' (y allí sí está su misión litúrgica) el pasado con un presente inevitablemente ocupado en la preparación de nuevos pucheros culturales y en la confección de indispensables recetas de supervivencia aunque éstas se hallan reñidas con aquellas establecidas por la haute-cousine". Visitar Santa Fe la Vieja, recorrerla, caminar sus calles arenosas desprendiéndonos de hierbas y abrojos que se adhieren en nuestro andar, escuchar los cantos de los pájaros, oler el perfume de sus flores, observar el río que permanece a lo largo de su historia, es entrar, de alguna manera, en el "clima" de la época; aproximarnos empíricamente a distintas dimensiones de esa realidad, en términos de actores sociales, de redes de relaciones y de vivencias (Gojman y Segal, 2001) acercándonos a una imagen vívida y dinámica de un pasado para que pueda ser comprendido por todos y en este sentido democratizado. Desde hace algunos años se viene produciendo un proceso de transformación(8) de las instituciones museísticas, que parte desde la crítica al papel conservador de los museos tradicionales y tiene como objetivo otorgarles un rol mucho más activo, acorde a los intereses, necesidades y expectativas de la sociedad. Pero una auténtica "democratización" de la cultura no se limita a disponer días de entrada gratuita o precios reducidos sino a instrumentar estrategias que permitan un acceso equitativo(9) al conocimiento y a la comprensión un pasado que se hace presente con la difusión crítica de la memoria colectiva. En el sitio fundacional nos hundimos en el contexto y esto es un valor educativo fundamental, ya que en los museos en general los objetos sufren una especie de "metamorfosis": la obra sufre un trastorno al ser trasplantada a los muros del museo y allí permanece descontextualizada hasta que el hombre se enfrenta a ella activamente. Por ello, la cultura material debe ser abordada con sentido crítico, con capacidad reflexiva, para lograr que el objeto silencioso comience a interactuar en nosotros. De este modo los objetos se convierten en instrumentos informativos de sus realidades, que nos permiten avanzar en el conocimiento de las sociedades, con toda su dinámica y complejidad, para elaborar un sentido de la realidad y de cambio de esa realidad y también para construir formas de identificación con la sociedad en que vivimos. Trabajar con los estudiantes sobre y en Santa Fe la Vieja implica definir un recorte del pasado focalizando temas alrededor de ejes explicativos. En este espacio así acotado pueden abordarse las relaciones entre los diversos sectores sociales y grupos étnicos que convivieron, las relaciones de poder y los conflictos entre las familias y en la comunidad(10); posibilitando, de este modo, la apertura, como expresa Bonfil Batalla (1993) de "nuestra sensibilidad malconformada por siglos de dominación colonial y neocolonial para reconocer ahí los fundamentos reales de nuestra identidad y valorar la importancia que tiene el pluralismo cultural en América Latina" En Santa Fe la Vieja vemos los objetos exhumados, los platos, las tinajas, los amuletos, los dedales, las agujas, también los muros de casas e iglesias y el contexto global en el que deleitósamente nos sumergimos al recorrerla nos permite imaginar las manos que trabajaron ese barro hasta convertirlo en un plato o en una tinaja, los temores que ese amuleto ayudó a conjurar, la ropa que se confeccionó con esos elementos de costura, los sacrificios de esas personas que construyeron las paredes de moradas e iglesias. Así, aprovechando la sensación que produce el lugar y potenciando esta susceptibilidad con estrategias y propuestas didácticas adecuadas podemos ir reconstruyendo y representando la ciudad entera y la gente que la habitaba. De este modo, y por medio de esta reconstrucción mental los visitantes se irán sensibilizando también sobre la necesidad de protegerla, defenderla y salvaguardarla. Notas:(*) PAULA BUSSO. Profesora en Historia egresada de la Universidad Nacional del Litoral. Especialista en Historia Social. Tesista de la Carrera de Especialización en Investigación Educativa. Integrante de los Servicios Didácticos del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. Docente en Historia en Escuelas Medias e Institutos Terciarios de Santa Fe. Autora de fascículos y trabajos monográficos. (**)ROSALÍA AIMINI. Maestra Normal Nacional. Profesora en Historia egresada del Instituto Nacional del Profesorado de Paraná -Entre Ríos-. Especialista en Historia Social. Tesista de la Carrera de Especialización en Investigación Educativa. Docente en Historia en Escuelas Medias de la ciudad de Santa Fe. Autora de fascículos y trabajos monográficos. (1) Angela García Blanco (1988) expresa que la cultura material está constituida por objetos, por cualquier objeto al que suponemos portador de información en sí mismo. La cultura material presenta una diferencia importante con los documentos escritos; esta diferencia reside en su carácter involuntario, ya que no se pretendía con los objetos trasmitir noticias. Por ser involuntaria esta información es también más fiel u objetiva que la escrita, que suele estar mediatizada por la interpretación o por la intencionalidad del autor. De allí que no podamos jerarquizar a los objetos en más o menos importantes, ya que todos son igualmente significativos en la medida que la información que portan es única y distinta a las de los demás. En este sentido Santa Fe la Vieja es una fuente de información tan valiosa como cualquier otro sitio arqueológico urbano. (2) Mas allá de las actividades didácticas que se puedan realizar en ella, al no existir otro sitio similar en América del sur, los visitantes tienen allí la posibilidad única de encontrarse con testimonios un pasado rescatado arqueológicamente. (3) Entendidas como secuencias ordenadas y fundadas teóricamente de todas aquellas actividades y recursos que se utiliza en la práctica educativa. (4) En todo lugar donde se haya desarrollado la actividad humana, desde los tiempos más antiguos hasta el presente, aparece la cultura material; por lo tanto frente a ella la memoria documental escrita es mucho más reducida (García Blanco, 1988). Sin embargo, generalmente priorizamos como fuente de información los datos escritos, los que aportan los documentos, y en el aula, los manuales y libros de texto. Todo aquello que forma parte del entorno del hombre nos puede suministrar datos sobre la cultura a la que pertenece; por ello, los objetos son significantes culturales. Pero los objetos en la realidad no se encuentran aislados, sino que están relacionados entre sí y es a partir de esa relación que adquieren significado. El contexto es la estructura con que el objeto establece relaciones, es el conjunto de objetos materiales que componen una unidad espacial, cronológica y social; cada objeto se muestra en relación con otros y es esta relación la que le da su verdadero significado. (5) Según la clasificación propuesta por Ashby y Lee (1987) transcripta por Carretero y Limón el estadio de empatia histórica contextual se caracteriza por que los estudiantes analizados tratan de encajar lo que deber ser entendido o explicado dentro de un contexto más amplio y establecen una diferenciación clara entre la posición y el punto de vista del historiador y los de los individuos del pasado; entre lo que saben uno y otros, y entre las creencias, metas, valores y hábitos de cada uno de ellos. (6) En el mismo predio del Parque Arqueológico se halla una ambientación y espacio interactivo, "La Casa de Vera Muxica". (7) Nos referimos, por ejemplo, a actividades que propicien algún tipo de "interactividad mental” que posibilite ir relacionando la cultura material con sus circunstancias de producción, uso, comercialización, etc.; permitiendo al visitante acceder y vincular la información, favoreciendo la construcción de los conocimientos, la comunicación y el intercambio de ideas. El docente o el guía puede trabajar partiendo de los objetos o de los restos de construcciones hacia el contexto a que éstos nos remiten, usar la vinculación de la ciudad con otros espacios y otras economías, incluso con otros tiempos, poniendo de manifiesto las conexiones, los diversos tipos de nexos que se conjugan en una sociedad dinámica como la santafesina del período colonial temprano. (8) Estas instituciones comenzaron siendo elitistas y minoritarias, coto cerrado de una clase privilegiada; sus orígenes están ligados a las colecciones particulares y éstas a su vez a las clases dominantes. Durante mucho tiempo fueron únicamente depositarios culturales o meros centros de exposición y/o conservación. (9) Este acceso se ve facilitado por medio de acciones culturales y experiencias pedagógicas de calidad. El ser didáctico es ser asequible a muchos y la trasposición didáctica no implica necesariamente pérdida de rigurosidad científica. Mario Carretero lo expresa claramente cuando afirma que "didactizar" no es banalizar, un contenido puede quedar menos sofisticado, pero lo importante es que los alumnos/as no lo rechacen. (10) La conquista española en América se consolidó mediante la estratégica utilización de la fundación de ciudades como instrumento de penetración y afianzamiento de la ocupación. Santa Fe corresponde a una fundación en los confines del imperio español, el Río de la Plata, que en los siglos XVI y XVII se constituía en una región de frontera. Esa particularidad imprime rasgos singulares al proceso fundacional y al asentamiento urbano manifiestado en procesos culturales con características singulares (Calvo et al. 2001). Estos procesos surgen de la convivencia en un contexto urbano de grupos culturalmente diferentes, que originan una sociedad multicultural organizada bajo el modelo y con hegemonía del componente hispánico. (Expediente Santa Fe la Vieja Patrimonio de la Humanidad. Declaración de Valor). Bibliografía:- Aimini, R. Y P. Busso - 2001 - "El discurso museológico" en "Los Museos y las Ciencias Sociales en busca de una didáctica compartida". Secretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe. Santa Fe. - Augustowsky, G.; Edelstein, O y S. Tabakman -2000 - “Tras las huellas urbanas. Enseñar historia a través de la ciudad”. Novedades Educativas. Buenos Aires. - Bonfil Batalla, G.- 1993 - "Encrucijada latinoamericana: ¿encuentro o desencuentro en nuestro patrimonio cultural? En anexos “Museo y Sociedad”. Isabel Laumounier. CEAL. Buenos Aires. - Busso, P. y G. Cocco - 2001- "La cerámica testimonio de nuestra historia" nº 43, en Santa Fe, rastros y memorias. El Litoral. Santa Fe. - Calvo, L. M. -2001 - Expediente "Ruinas de Santa Fe la Vieja" Testimonio arqueológico urbano de una ciudad del Periodo Colonial Temprano. - Calvo, L. M 2004 - "La construcción de una ciudad hispanoamericana. Santa Fe la Vieja entre 1573 -1660". Ediciones UNL. Santa Fe. - Carretero, M. 1999 - "Construir y enseñar las ciencias sociales y la historia". Aique. Buenos Aires. - Chillón Fernández, J.L. y Friera Suárez, F. - 1998 - "Dramatización y empatía en la enseñanza" en Revista Iber “Los museos en la didáctica”. Graó. Barcelona. - Dujovne, M.- 1995 - "Entre Musas y musarañas. Una visita al Museo". Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. - Garcia Blanco, A. - 1988 - "Didáctica del museo. El descubrimiento de los objetos". Ediciones de la Torre. Madrid. - Gojman S. y A. Segal- 2001- "Selección de contenidos y estrategias didácticas en Ciencias Sociales: la trastienda de una propuesta" en Didáctica de las Ciencias Sociales II Beatriz Aisenberg y Silvia Alderoqui (comp.) Paidos Educador. Buenos Aires. - Kantor, D. - 1996- "Un objeto, un mundo" en “Museos y Escuelas: socios para educar”. Silvia Alderoqui (comp.) Paidos. Cuestiones de Educación. Buenos Aires. - Laumonier,I. -1993- “Museo y Sociedad”. CEAL. Buenos Aires. - León, A -1995 - "El museo, teoría, praxis y utopía". Cátredra. Cuadernos Arte. Madrid. - Pastor Homs, M. I - 1992 - "El museo y la educación en la comunidad. CEAC. Barcelona. - Pluckrose, H. - 1993 - Enseñanza y aprendizaje de la Historia. Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid. |