"Una Literatura y su Historia "I, II y "Cultura y Textualidad Amerindia" III, Tres Fascículos. Varios autores. Salta.
Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta , 1997
Osvaldo Raúl Valli

Regional, Nacional y Latinoamericano
¿anacronismo o necesidad?

No deja de ser una originalidad en estas instancias paradojales de la historia en las que conviven nociones fragmentarias, espacios vacíos y globalidades a todo nivel que un grupo de estudiosos se reúna en pos de un objetivo preciso como es el de dar cuenta de un estado de cultura, de "clarificar, dar rigor y difundir", discursos, procesos, visiones de mundo. Máxime tratándose de organismos dependientes de una institución como es la Universidad no siempre proclive a ahondar en el micromundo de pertenencia, a conocer lo cercano, a reflexionar desde lo propio, sino a extraviarse a menudo en un accionar hiperactivo cuyos resultados suelen ser magros y de trascendencia escasa.

Ese afán por ordenar lo desordenado, juntar lo disperso y develar lo ignorado adquiere en el caso de la empresa encarada por el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta la dimensión de un auténtico proyecto inteligentemente planificado tanto en la direccionalidad como en su metodología. Se trata en el conocido sistema de fascículos con su correspondiente antología (hasta el momento se han publicado tres: Una literatura y su historia -"Propuesta" en el I y "Región Literaria" en el II- y Cultura y textualidad amerindia -"Textos matacos, chiriguanos y chorotes" en su versión bilingüe)- editados en todos sus aspectos de manera impecable bajo la coordinación general y autoría en algunos trabajos, de las Pfras. Elena Altuna y Zulma Palermo. Cada fascículo y cada antología configura por su parte un recorrido a través de diversos textos de autores de diversa procedencia -Octavio Paz, Pedro Henríquez Hureña, Ana Pizarro, José Luis Víttori, Bernardo Canal Feijóo, Antonio Cornejo Polar, entre otros- que por la claridad de su expresión y la hondura de su pensamiento constituyen nexos vinculantes entre la investigación académica y práctica docente.

No nos hallamos empero, ante un proyecto "cerrado" que intenta agotar las posibilidades del sistema -como sus autoras dejan perfectamente sentado- sino "de proponer una vía de ordenamiento que deberá de ser enriquecida en el futuro por nuevas aportaciones". Aparece clara, dentro del objetivo básico señalado, la intención de organizar el proceso histórico de la literatura salteña "con sus problemas particulares y sus propias peculiaridades de producción", es decir un proceso de generación cultural cuyo enfoque deja de lado criterios clásicos de abordaje (corrientes literarias, generacionales, político institucionales) para encarar una lectura histórico-sociocultural organizada en tres períodos fundacionales: Formación, Emancipación e Independencia. "Cada uno de estos períodos -aclaran las autoras- se sistematizan a través de los problemas socioculturales y específicamente estéticos que caracterizan a la producción de Salta y se presentará en tantos fascículos como lo requiera el conjunto textual relevado".

Estamos en estos primeros fascículos en el tiempo de la presentación del material, de la explicitación de propósitos y sobre todo, de la demarcación del objeto de estudio. El lector advierte desde esta perspectiva que la literatura salteña importa porque es en sí misma a partir de su pertenencia a un orden mayor, a una dimensión que se interna en los oscuros orígenes de la "América Profunda" develada por Rodolfo Kusch. Es importante, Es importante , vale la pena repetirlo , el lugar de enunciación, ese espacio en y desde donde se habla, piensa y escribe, en tanto marca un horizonte ideológico y en consecuencia una dimensión interpretativa diferente de seres, cosas y textos. ¿Por qué digo esto?. Fundamentalmente porque marca distancias de modos y estilos de encarar un objeto de estudio entre aquellos que por razones históricas, geográficas y culturales sienten una adhesión fuerte al orbe (latino) americano y quienes, como en el caso de nuestra situacionalidad santafesina nos movemos en un sistema de relaciones (¿"portuario"?, ¿"rioplatense"?, ¿litoral "interior"? ¿"zona de transición"? ) que relega o por lo menos mediatiza esa pertenencia y por ende la vivencia de distinta manera. Un motivo de reflexión acerca de analogías y diferencias, rasgos compartidos y controversias perseverantes que hacen al complejo, equívoco y ambiguo proceso formativo de una posible identidad nacional. Menos por la transitada diferenciación entre "capital" e "interior" o "centro" y "periferia" que por los intersticios, zonas débiles, costados fecundos posibilitadores de múltiples formas de cruces, cambios y sustituciones en las que el mestizaje étnico primero y el cultural después, dieron lugar a la conformación y el crecimiento de las diferentes ramas del "tronco fundamental de la nacionalidad".

El primero de los módulos (fascículo y antología) se dedica a la demarcación del hecho literario a los presupuestos teóricos y a sus modos de interactuar con el lector. Son claras las autoras cuando lo configuran como un "conjunto de textos que una comunidad elabora" tanto desde la perspectiva individual como de la colectiva. Si prestamos atención a este encuadre hay mucha tela para cortar en cuanto constituye una cabal opción ideológica que no sólo obvia la desgastada noción de "reflejo" (y con ello pone en juego las complejas incidencias de la realidad en la obra), sino que incorpora manifestaciones olvidadas por concepciones canónicas rígidas en exceso, al punto de considerar como válidos algunos "modelos culturales" a expensas de otros no tan modélicos. Se pone en evidencia aquí la idea de literatura como "campo heterogéneo", amplio, abierto, "capaz de incorporar todas las formas de expresión que despliega el imaginario social" es decir crónicas, epistolario, diarios de viajeros, oralidad , lengua aborigen, comentarios, críticas etc. Lejos de aquellas posturas extremas para las que literario debe responder sin exclusiones al paradigma de "lo bello" y "lo bueno" las autoras se ubican en lugares enunciativos en los cuales aquel discurso -"siempre conflictivo e inestable"- se religa a través de complejos mecanismos a una visión de mundo, a un ethos propio, a formas particularizadas de mirar la realidad que no admiten encasillamientos ni fórceps canonizantes de ninguna especie.

Esta postura requiere por un lado el aporte de elementos teóricos de distinta procedencia y por otra una actitud dialogante entre diferentes áreas del saber. Una noción de conocimiento rica, flexible, interactiva y sobre todo creadora de espacios de convivencia en el que la teoría de sistema, y la antropología, la hermenéutica de la recepción y la teoría de la cultura se encuentran en fructífera disputa de competencias en el trabajo de desentrañar textos, sistematizar líneas y plantear criterios y propuestas. De algún modo u otro todos puestos al servicio de la indagación no sólo acerca de qué es la literatura, los particularismos de su devenir y las maneras de aprehenderlos desde marcos actualizados, sino también sobre el fenómeno de la recepción, la complejidad de los procesos transculturizadores y la siempre conflictiva relación de lo literario con la dimensión regional.


Acerca de lo propio y lo diferente

Varias son -al decir de las autoras en el segundo fascículo- las razones que han permitido concebir a América Latina como una unidad entre las que se cuentan "la existencia de una trayectoria y destino comunes, así como similares formas de comportamiento, es decir como una supra región cultural". No es una verdad absoluta, pero numerosos visos de realidad comprobadas marchan a la par de la necesidad de que ello acontezca: lo integrativo prevaleciendo por sobre la fragmentación, la "conciencia de la unidad" por sobre la mera yuxtaposición. Esta conciencia de pertenecer a una comunidad histórico cultural, no ha impedido reconocer la presencia de factores disimiles en su conformación, lo que ha llevado a definir a América Latina como "unidad en la diversidad" manifiestan las estudiosas. Asumir este estado de cosas implica entender lo extraño, captar lo distinto, asumir la cultura -otra con su propia lengua, conciencia étnica, códigos estéticos, experiencia histórica. Una diversidad que, según el filósofo mendocino Arturo Roig no surge sólo respecto a lo "no latinoamericano" sino que posee además una particularidad que le es intrínseca, inherente a su esencia más entrañable (111). Desde estos marcos a medida interpretativa resulta posible introducirse en los ríos profundos de la literatura salteña con todos sus rasgos caracterizadores y sus marcas de origen, su apego a determinados temas y usos del lenguaje o su tendencia a buscar nuevos contenidos y nuevas formas. Modulaciones en última instancia de un sistema cultural complejo, un cabal polisistema en el que caben multiplicidad de formas expresivas en las que alternan manifestaciones ficcionales del sistema "culto" con otras provenientes de la oralidad; enunciados según los cánones aceptados de la cultura letrada, con versiones variadas de mitos ancestrales, relatos, testimonios, chistes que reflejan en diferente hondura la cosmovisión de una comunidad.

No es de extrañar entonces que en el Fascículo 3 -Cultura y textualidad amerindia- la búsqueda se oriente "a la puesta contacto con las culturas aborígenes de Salta", a la búsqueda de "expresiones que sobreviven , aunque los mismos miembros hayan perdido casi toda su memoria en sucesivos procesos de aculturación..." La Pfra. Julia Zigarán y la antropóloga Silvia Barrios, autoras del trabajo justamente resaltan el intento de "buscar lo heterogéneo en la aparente unidad": como decía anteriormente, modos de introducirse en la cultura -otra, de bucear en lo distinto, en lo no convencional y en lo no canonizado. Más aún -y de allí el alto sentido pedagógico que contiene la experiencia- hacerse cargo de un extenso e implacable proceso de desvalorización histórica de cuerpos textuales preservados sólo en su versión oral. De allí que, aclaran las responsables "...lo que se intenta acá es sólo dar cuenta de retazos de historia, de fragmentos documentales , de rastreo tanto en fuentes bibliográficas como en unos pocos materiales pervivientes en nuestros días".

Se trata, como las mismas estudiosas aseguran, de una situación investigativa muy especial, en el sentido que trabaja menos con una cultura viva y actuante que con "retazos", "rastros culturales" que dan cuenta de aquella pervivencia mencionada. No obstante la inteligente disposición del material bajo el título de Culturas aborígenes en el tiempo les permitió clasificarlo tanto desde una perspectiva histórica (la cultura del NOA en diferentes momentos, con sus conflictos, creencias etc.) como desde un panorama actualizado (Situación actual de los aborígenes del Chaco). Este último resulta ilustrativo. Sobrevivientes del fuerte etnocentrismo que particulariza la cultura contemporánea los protagonistas de esta "historia" viven a su vez el drama de ser periferia dentro de la periferia. "En Argentina, si se reconoce lo indio, lo más prestigioso o lo único de ser tenido en cuenta es lo andino ...el único idioma aborigen del que se tiene referencia es el quechua y si hay alguna noticia de los demás, estos pasan a la categoría de dialectos". Las culturas de la selva subtropical o del gran Chaco "son el desván, lo ignorado de lo desconocido, cuando no lo nega-do de lo rehusado o lo más vergonzante de lo deshonroso" enfatizan con crudo realismo Barrios y Zigarán. A partir de allí describen usos costumbres, formas de vida, condiciones de salud de estos "dueños seculares de las tierras... (que) no lo son ante las leyes porque carecen de escrituras que lo legalicen". Wichí, chalupí, pilagás son presentados en el trabajo en una costosa sobrevivencia en lo económico, en lo sanitario, en estilos de vida, pero sobre todo en la dimensión simbólico-cultural con su secuela de "fracasos" en lo educativo, en las creencias, en las formas de representación. diferentes a las de las de la cultura hegemónico.

Cultura eminentemente oral que ha de generar relatos míticos del principio, episodios picarescos, peripecias del zorro, canciones de amor, rondas infantiles, textos en fin que constituyen el reaseguro permanente de la identidad y transmitidos "gracias a la memoria de los mayores que cultivaron el don de la narración". Piezas literarias al fin, muestra cabal de la necesidad de los pueblos, cualquiera sea su origen y condición de manifestarse a través del lenguaje ficcional con sus fabulaciones y sus cantares. La cuestión es considerarla, tal como ocurre aquí, como parte de una realidad cultural compleja, de un sistema de muchas caras en las que todas las manifestaciones juegan un rol importante en función de sí mismas y en relación con la totalidad.

Para terminar diría que experiencias de esta índole hay que sa-ludarlas calurosamente por motivos diversos (de un modo u otro varios fueron deslizados en este bosquejo aproximativo), en especial aquello que invita a no insularizarse en lo reducido y estrecho y a mirar la realidad desde la pertenencia a un orden "supra regional mayor". Cuestión de no escasa importancia si tenemos en cuenta la hora actual en la que tanto se habla de sujetos disueltos, ideologías devaluadas y utopías en desuso . Un tiempo que requiere de empresas co-mo esta Historia socio-cultural cuyo rédito de inversión quizá no sea inmediato pero si de incalculable cotización en perspectiva de memoria y de futuro , de identidades buscadas y valores olvidados.


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