LA CAPITAL. Rosario, 1984

Las barajas y sus juegos

En el año 1314 un maestre Roldán, por mandato del rey Alfonso X el Sabio, ordenó y compuso el "Ordenamiento de las tafurerías"que trata, muy por lo menudo, de tahures y fulleros. Allí se habla de los que juegan con dados y escaques de engaño, con dados plomados y de los que "echan los dados a perder". De los "jugadores agresivos o insolentes, que dan palmada, o puñada o tiraren de los tableros", o dieren cozes de las tafurerías o casas de juego, o rompen a cuchilladas el tablero y hasta de los clérigos que "juegan a los dados o sacan tablaje", esto es de los que organizan y tienen garito, y las penas impuestas iban desde obligarles a pagar doblado lo que habían ganado con malas mañas, hasta expulsarlos de la villa después de azotarlos públicamente "con los dados colgados del pexcuezo".

Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, en Medina del Campo en 1494, promulgaron una Real Cédula "para que no se arrienden las penas de juego y el Corregidor cuide de hacer excutar las penas de las leyes".

El 1535 se publican algunas declaraciones sobre las pragmáticas del juego.

En el siglo XVIII el juego estaba tan arraigado en España que hasta en la corte, los grandes y aún los reyes eran jugadores consumados.

En 1607 una "Relación" de la embajada de la República de Venecia, afirma que el rey, que lo era Felipe III, jugaba apasionadamente a los naipes, y perdía con ellos sumas considerables: "Juega también a los naypes y dicen se enciende en el juego y que le han echo algunas ganancias grandes los que le sirven en la cámara de a veinte y a treinta mil ducados".

El mismo documento dice que el conde de Gelves, sobrino del duque de Lerma, le ganó ciento treinta mil ducados.

Dice don Florencio Janer que hasta que aparecieron en España y en Europa las cartas de jugar a los naipes, tuvieron que contentarse las gentes con otros juegos de azar mas inocentes y sencillos".

Uno de estos juegos de azar inocentes y sencillos, con los que se contornaba la gente y en especial la soldadesca, era el juego de los dados, en el que estaban empeñados con mucho entusiasmo los hombres de Caboto, cuando los indios dieron en el fuerte y lo asolaron.

Con razón sostenía Cobarruvías, que "el mejor lance de los dados es no jugarlos, pues es, agrega, perdimento de tiempo, hazienda, conciencia, honra y vida".

La calamidad del juego era tan grande, que los Reyes Católicos, Fernando e Isabel "vedaron los juegos y blasfemias con censuras y graves penas, en especial "prohibieron los juegos con dados y naipes, "de los que procedían infinitos males".

En las Indias, al llegar las flotas, se armaban grandes jugadas con la pérdida de muchas y muy importantes haciendas y en estas ocasiones, las justicias, a pesar de las leyes, no solo las permitían, que aún las concertaban y hacían en sus propias casas, o en las de los vecinos y llevaban derechos por ello.

Por otra Real Cédula promulgada en la misma fecha de la anterior, dirigida al "capitán general de la Armada de la Guardia de la Carrera de Indias, se le manda que prohiba el juego a bordo "navigando ni estando surta en las puertas ni en tierra en una posada ni en la del almirante y capitán y los demás oficiales della a vezinos ni pasajeros en ninguna cuantidad ni a los soldados ni marineros fuera del campo de guardia".

En igual sentido se dirigen otras R.R.C.C. a los capitanes generales de tierra firme y presidente de la Real Audiencia refiriéndose al juego en Portobelo donde se encuentran las armadas y flotas de la mar de sur y "de la mar del norte". Otras R.R.C.C. sobre el mismo tema al gobernador y capitán general de la Española y presidente de la real Audiencia de Santo Domingo, y al gobernador de la isla de Cuba, y al de Cartagena y al de la Florida y el de Puerto Rico.

No faltaron jugadores en Santa Fe y jugadores arrepentidos después de haber recibido en la timba un recio golpe.

En 1641 el alférez Antonio de Canas, por un documento escrito y firmado ante escribano, declara que "por quanto eljuego de los naypes es cosa tan proybida por todos derechos y leyes rreales y en especial el juego del comexen y pinta" por el término de cuatro años y si en ese plazo le vieran jugar y silo probaran con dos testigos pagará, como pena, doscientos pesos al mayordomo de la "cofradía de las ánimas del purgatorio" para que se digan misas y otros sufragios que las alivie o las saque de penas. Pero este piadoso y timbero vecino, hace la salvedad de que sólo se obliga a no jugar al "comexen y pinta" y no a otros juegos de naipes.

Uno de los vecinos importantes y de claro linaje, y regidor de la ciudad, Juan de Vega y Robles, en 1650, acude con iguales tribulaciones al escribano de su majestad y deja constancia por escritura pública de su repudio a la funesta pejiguera de los naipes y se obliga a no jugar con naipes, dados ni taba durante dos años bajo pena de quinientos pesos para los pobres y los gastos del tribunal del Santo Oficio por mitad.

Al testar en Santa Fe en 1656 Fernando Nuño del Aguila, natural de Castilla la Vieja, declara que tiene en Buenos Aires una "casa de los trucos" , otro de los juegos que se usaban en aquellos tiempos y que consistía en una especie de billar con troneras en los que había que hacer entrar algunas bolas.

Sin duda el juego más extendido en España y las indias era el de los naipes.

Según Clemencín en sus notas al Quijote se inventaron los naipes en el siglo XIV para distraer y curar la melancolía de Carlos VI de Francia y en Castilla se conocían desde el siglo XV, y el origen de su nombre viene de las iniciales de Nicolás Pepin, su inventor, que se pronuncuaban "neipe" por N y P.

Cobarruvías describe así los naipes: "Cartón cortado a la proporción de la vigésima cuarta parte de un pliego común en que se pintan con diversos colores algunas figuras en número determinado para jugar varios juegos formando un número de cuarenta o cincuenta y ocho cartas divididas en cuatro palos".

En tiempos de Cervantes se creía que el inventor era un tal Vilham, español, madrileño según unos y según otros catalán de Barcelona, y aún hubo autores que atribuyeron a Francia la patria del inventor de este peregrino juego. Puede decirse, afirma don Florencio Janer, que los naipes nacieron de la taba, y de los dados la taba.

Pero no para aquí el problema: que los alemanes aseguran que lo conocieron mucho antes que españoles y franceses, y los italianos, para no quedar atrás, afirman que lo conocían en el siglo XIII, vinculados a las primeras xilografías.

En España Alfonso XI de Castilla prohibió a los caballeros jugar a los naipes y lo mismo hizo Juan len 1387 dentro de sus estados.

Es que no en vano los naipes de antiguo se llamaban barajas, que baraja vale tanto como pelea, desorden y riña.

Baraja en el castellano antigua significa pelea, riña, lucha. El Arcipreste de Italia en su "Libro de buen amor" lo emplea en ese sentido.

705 a.C. "Si a cuantos desta villa
nos vendemos las alhajas,
supiesen unos de otros, muchas
serían las barajas"
Y en un "Cantar de ciegos":
1716. A quien nos dio su meaja
por amor del Salvador.
............
Guardalo de la baraja
del pecado enganador".


Baraja en el sentido de riña se conserva en el judeo español anota Marta Rosa Lida de Malkiel, en su erudita selección del "Libro de buen amor" del Arcipreste de Hita (p. 75).

Los Reyes Católicos prohibieron el juego de los naipes porque de ellos procedían "infinitos males" y Luciano Marmeo Sículo, en su libro sobre "Las cosas memorables de España"dice que "los juegos son engañosos con sus halagos y mañas como las mujeres malas de su cuerpo"(Ob. cit. f. CLXV).

Los juegos con naipes terminaban con frecuencia en disputas y aún en peleas por aquello que:
"con la baraja en las manos
quien pierde siempre baraja",


Que es decir que quien pierde en el juego de los naipes siempre discute y pelea.

Uno de los juegos de naipes mas extendido en España era el llamdo "hanequin". Según "Las quincuagenas", de Gonzalo Fernández de Oviedo, el primer cronista de Indias "muy usado e notorio es en España y en otras partes, el juego de hanequin en los naypes e consiste en quinze puntos".

Posiblemente este juego pasó a las Indias con el nombre de "escoba de quince".

Otros juegos de barajas, también, muy extendidos fueron los llamados en España el "mediator" y el "juego del hombre" . El "mediator", decía un autor español, "era un juego entre cuatro que llaman el padre del tresillo" y el "juego del hombre" de invención española fue llevado por sus ejércitos a Italia.

La pasión por el juego era tan general desde los tiempos de la conquista, que se recomendaba en todas las expediciones o "entradas" recoger las barajas en el campo, donde los soldados y capitanes no pudieran adquieran otras y no pudieran jugarse "hasta las más imprescindibles prendas de vestir".

Con razón un poema titulado: "Divertimento del ocio en el juego del hombre", termina con estos versos:

"... que si el naype no me engaña
levantarse y no jugar
es la acción más acertada".

¿Con qué nombres se jugaría en estas latitudes? Pero en las pampas era más fácil que tener unas barajas, jugar a la taba que fue el juego predilecto de los criollos.




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