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EL IMPARCIAL. Santa Fe, abril de 1977
El Chaco gualamba y la ciudad de Concepción del Bermejo "Monseñor Alumni publicó en 1951 un libro sobre temas históricos del Chaco, y al referirse a Concepción del Bermejo sostiene que hasta que no se encuentre un documento que indique claramente la ubicación de la destruida ciudad, debemos atenernos a los resultados que surjan del estudio de los documentos y de los mapas de Azara, Camagno, Arenales y Moussy que la ubican "en la zona comprendida entre el actual pueblo de Presidencia Roca y Zapallar en un perímetro de unos 20 kilómetros al sur del primer pueblo"; y más tarde afirma rotundamente que las ruinas descubiertas por el Sr. Martinet en el camino de Sáenz Peña a Fortín Lavalle, pertenecen a Concepción del Bermejo". Señala en este artículo la importancia del descubrimiento de las ruinas de la Reducción de La Cangayé para establecer la ubicación de Concepción del Bermejo. "Este hallazgo, dice, fue para nosotros de capital importancia por la siguiente razón: el coronel Arias afirma en su diario que estando en la Cangayé, "envio al capitán Juan José de Acevedo con el encargo de descubrir el sitio de la antigua Concepción destruida para colocarlo con certeza en el mapa que se ha de formar de la descripción geográfica del Chaco". "El resultado de la expedición fue positivo, ya que el capitán Acevedo encontró las ruinas de la Concepción"... en la parte sud, en un espesísimo bosque y charagual impenetrable ... que distara de este real de La Cangayé como 30 leguas..." Como detalle interesante podemos consignar que el Capitán Acevedo sacó de las ruinas la campana de la iglesia, que fue luego colocada en el pequeño campanario de la iglesia de La Cangayé. "Las ruinas de la Concepción estaban en el Chaco, pues fueron buscadas y encontradas en 1780, al sud y a 30 leguas de la Cangayé". "Con el hallazgo de La Cangayé, las ruinas del kilómetro 75 adquirieron para nosotros un valor indiscutido, y estaban ubicadas al sud y a unas 30 leguas de las ruinas de La Cangayé que habíamos logrado identificar". Pero monseñor Alumni nos da además datos muy interesantes sobre las excavaciones que realizaron como "entretenimiento de aficionados" y especialmente sobre el relevamiento que hicieron de las ruinas que así iban descubriendo. "Todas las excavaciones y exploraciones, dice, que a partir de 1943 a 1954, se realizaron en las ruinas del kilómetro 75, no pasaron de entretenimientos de aficionados. No obedecían a un plan, ni se hicieron con la técnica debida y cada cual opinaba sobre las mismas de acuerdo con la cantidad de piezas de alfarería que había tenido la suerte de encontrar". Y luego, refiriéndose al plano levantado, agrega: "La extensión total del yacimiento, su configuración, la distribución de las diversas habitaciones dentro del área de las construcciones, escapan a nuestra apreciación y cálculos. Teníamos una visión vaga del conjunto y era nuestra imaginación la que reconstruía la vieja población; pero sabíamos también que sobre meras imaginaciones no podía fundarse tesis seria. Necesitábamos, por lo tanto, conocer al detalle lo que la selva chaqueña ocultaba en su espesura. "Alfredo Martinet, con la incomparable ayuda técnica de su hijo el ingeniero Héctor Martinet, se encargó de realizar esta tarea, que ha dado por resultado el plano de las ruinas del kilómetro 75". El plano revela, continúa monseñor Alumni, la existencia de una población que por su trazado, el número de sus construéciones, la naturaleza de sus restos arqueológicos, la distribución y extensión de los mismos y su visible antigúedad, sólo pueden ser de una ciudad importante de fines del siglo XVI. En el Chaco sólo hubo una ciudad española de importancia: Concepción del Bermejo, con sus encomiendas de Matará y Guacará, que han sido también encontradas e identificadas". Por último pregunta: "Si las ruinas del kilómetro 75 no fueron las de Concepción del Bermejo, ¿de qué otra ciudad española, ubicada en el Chaco, podrían ser? Habría que inventarla". Pero aunque las excavaciones se hicieron como "entretenimiento de aficionados", monseñor Alumni y el Sr. Alfredo Martinet, tuvieron el buen sentido de hacer el relevamiento de lo que descubrirían y después, cubrir nuevamente con tierra las ruinas descubiertas. |