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EL PROGRAMA DE LA CONSTITUCIÓN NACIONAL DE 1853
Y LA CONTRIBUCIÓN DE LOS ESPOSOS BECK BERNARD Francisco Magín Ferrer
En la reseña que haré esta tarde he de referir circunstancias de indudable trascendencia histórica para la evolución y el progreso de nuestras instituciones que me darán lugar a algunas reflexiones sobre el programa de gobierno contenido en el hernioso preámbulo de la constitución de 1S53 destinado a construir la grande y soñada Nación Argentina, que redactara la mente esclarecida de Juan María Gutierrez. Estos ilustres y esforzados patriotas que habían sufrido en esta bendita tierra primeramente las convulsiones desalientos de la anarquía, y después los honores de la dictadura implacable de Rosas, finalmente abatida en Caseros por el general Urquiza, no tuvieron como este gran entrerriano con su triunfo liberador, otra mira más inmediata y alta que la de organizar definitivamente el país con arreglo al sistema federal defendido por las provincias, no obstante las desconfianzas e incomprensiones de los porteños. Ramón J. Cárcano, en su obra "De Caseros al 11 de Setiembre", dice, "el acuerdo de San Nicolás se hizo para cumplir el pacto federal", y agrega: "no fue necesario y faltó tacto de las circunstancias por cuanto dominaba la desconfianza." Sin embargo, el ex gobernador de Córdoba y agudo analista de nuestro acontecer histórico, reconoce: "Después de Caseros, la demolición de los gobiernos locales hubiera sido prolongar la anarquía y retardar la organización por la que habían luchado los caudillos, en cuyo reclamos se había destacado Estanislao López, el "Patriarca de la Federación". Joaquín V. González, en "El Juicio del Siglo, libro de hondas meditaciones en torno a las glorias y desdichas de nuestro desarrollo histórico, llama a Urquiza "caudillo de la concordia y de la paz', y con su autoridad indiscutida expresa: "El vencedor de Caseros dueño y árbitro del país, en un momento clásico, arroja a sus pies la capa roja del pasado "federación o muerte', proclama la ley suprema entre las leyes que manda amarse y auxiliarse los hijos de una misma patria, y entre las desconfianzas, recelo y calumnias explicables en el ambiente, marcha imperturbable por la senda trazada en la Carta de Mayo, sin más ideal que ese ideal, sin odios y sin ambiciones extrañas a las necesidades de los días presentes, y anhelando sólo la gloria que tantos habían buscado y otros alzado como engañoso estandarte de guerra, de dejar al país en orden, en paz y en vías de desarrollar sus progresos morales y materiales, sin interrupciones y crisis sangrientas". José Ma. Rosas, en 'Nos los representantes del Pueblo", puede exteriorizar su extensa e intencionada documentación reveladora de su ingenio sarcástico, pero verdaderamente la obra es negativa en sus fines mezquinos, porque con la colección de menudas y personales anécdotas olvida los valores auténticos de un cuerpo legislativo fundamental sancionado en claro beneficio de la nación Argentina que encauzó definitivamente su voluntad de grandeza y prosperidad dentro del mundo civilizado. Jamás hubo un cuerpo legislativo en nuestro país que alcanzara el singulariza al Congreso de 1853 ni asamblea alguna que contara con conjunto de hombres ilustrados, prudentes y sabios como fueron integrantes. No se improvisaron, ni se engañaron acerca de las condiciones especiales del país. Su obra fue acertada y fecunda en todas sus proyecciones históricas y sociales, Por eso merecen bien de la patria. Agustín Zapata Gollán en Las Jornadas del Litoral, en ese hermosa libro inflamado de ánimo patriótico y de inspiración poética 'Las Puertas de la Tierra", escribe: "Hasta que por fin, después de Caseros, fueron llegando a Santa Fe, unos señores graves, solemnes, ceñidos en el atildamiento del frac negro, con sus melenas románticas y sus caras encerradas entre los signos de admiración de las patillas rizadas.. Venían en carretas o a caballos desde Mendoza, desde Salta, desde Tucumán, desde Santiago del Estero, otros en barcos a vela, desde el Entre Ríos o desde Corrientes. 'Para llegar hasta Santa Fe cruzaron el desierto, oprimidos en el frac europeo y con las alas de sus corbatones abiertos bajo el mentón rasurado; desde Chile, Alberdi les advertía "que no es dado a un sastre distribuir con su tijera la civilización'. Tras la Europa, clamaba en sus cartas quillotanas, por el libre comercio, por los ríos, por los ferrocarriles, por las inmigraciones y no por vestir de paletó al que sólo es digno de poncho". El autor de "Las Bases' explicó en 1873, en un artículo enviado desde París, su aforismo "Gobernar es poblar', recogido por el pensamiento de los constituyentes que se proponían asegurar los beneficios de la libertad para todos los hombres del mundo. Y el famoso tucumano, aclaraba: "Poblar, educar, mejorar, civilizar, enriquecer y engrandecer espontáneamente y rápidamente como ha sucedido en Norteamérica. Mas para civilizar por medio de la población es preciso hacerlo con poblaciones civilizadas para educar a nuestra América en la libertad y en la industria es preciso poblana con pobladores de la Europa más adelantada en libertad y en la industria". Sarmiento, al acusarle recibo de su libro, le escribe a su querido Alberdi: "Su constitución es un monumento, es usted el legislador del buen sentido bajo las formas de la ciencia. Yo creo que su libro Bases es nuestra bandera, nuestro símbolo. Así lo toma hoy la República Argentina. Yo creo que su libro va a ejercer un efecto benéfico". Aunque puntos de vistas circunstanciales y opuestos, a propósito del acuerdo de Sarmiento con ciertas actitudes de Urquiza, separaron a los antiguos amigos, lo cierto es que en el fondo coincidían sobre la organización liberal y federalista de la República y que estos dos grandes argentinos americanos contribuyeron a edificarla con elementos firmes y definitivos en su ley fundamental. Fueron argentinos y extranjeros, gobernantes, hombres de empresas y colonizadores, quienes oyeron el pregón de Alberdi y el esperanzado llamado de los constituyentes en el preámbulo inmortal yen las atribuciones del Congreso de la Nación conferidas por el art. 67, inc. 16 y 28, que lo faculta para sancionar todas las leyes que conduzcan a la prosperidad del país y al progreso de la ilustración. Nombro aquí a gobernantes santafesinos como Domingo Crespo, José Ma. Cullen, Juan Pablo López, Nicasio Oroño, Mariano Cabal, Simón de Iriondo y José Gálvez, y argentinos y extranjeros, tales Aarón Castellanos y los esposos Carlos Beck Bernard y Lina Beck Bernard, yen ellos rindo homenaje a los hombres de gobierno y colonizadores, que con ánimo patriótico e identificados con ideales expresados en el preámbulo y en el - texto constitucional referido, combatieron el desierto e impulsaron las corrientes inmigratorias que poblaron la llamada pampa gringa y contribuyeron a labrar el granero del mundo que colocó a nuestro país entre los primeros países del orbe civilizado. Así Zapata Gollán, en el último capitulo de "Las Puertas de la Tierra", podrá exclamar con verdad respecto del suelo feraz santafesino: 'El desierto que ha quedado ahora sepultado para siempre bajo el terremoto de los arados. Creo de toda justicia citar aquí en primer término al salteño Aarón Castellanos, nacido el 8 de agosto de 1800 y fallecido en la ciudad de Rosario el 1 de abril de 1880. A iniciativa suya fue construido el ferrocarril de Rosario a Córdoba, En 1852 presentó un proyecto para poblar la zona comprendida entre Río Negro y Chubut, pero no fue escuchado. Lo mismo hizo con los gobiernos de Santa Fe y Buenos Aires con igual resultado. Pero en 1853 suscribió con el gobernador Crespo comprometiendo se a traer mil familias agricultoras en grupos de doscientas. Así nació la colonia Esperanza, que fundó el salteño Aarón Castellanos en 1856 con 98 familias. A los colonos se los eximía del pago de impuestos por cinco años y de la obligación del servicio militar, Tropezó con dificultades, a pesar de la ayuda del gobernador José Ma. Cullen y de otros vecinos, que comprometieron en ella hasta sus bienes privados, y aún tuvieron que recurrir al presidente de la Confederación Argentina Gral. Urquiza para salvar los obstáculos de los primeros años, pues no pocos de los recién llegados poco o nada sabían de las tareas del campo. El mismo Castellanos, años después, volvió a proponer al gobierno nacional la colonización del Chaco, respaldado por una compañía francesa, con 60.000 individuos, en los ríos Paraná, Salado y Bermejo, pero el Congreso rechazó el progreso. Esperanza, cabecera del Departamento Las Colonias, es una culta y próspera ciudad de la provincia de Santa Fe, en cuya población conviven descendientes de las familias fundadoras, destacándose numerosas industrias y establecimientos educacionales de tradición e indudable prestigio. Para aproximarme al objeto especial del tema elegido he de detenerme en un singular colonizador de origen holandés, que acompañado de su esposa estuvieron vinculados a la sociedad santafesina de su tiempo y sirvieron efectivamente los afanes de progreso de los argentinos. Carlos Beck Bernard, hombre culto y de empresa, apenas producido el pronunciamiento de Urquiza, logra constituir en Basilea, la sociedad "Beck Herzog y Cía.", para contribuir ala colonización e inmigración al Rio de la Plata. Carlos Beck Bernard, nacido en Amsterdan el 15 de abril de 1819 y Lina Beck Bernard, alsaciana, nacida en 1814 en Bischviller, cerca de Than, pueblo situado en el alto Rhin, se casaron en Basilea a fines de 1852. Había sido criada, por haber perdido a sus padres, por su abuelo materno casado con la hija del célebre fabulista y escritor Conrado Pfeffel. A fines de 1856 los esposos deciden trasladarse a la Confederación Argentina para fundar establecimientos agrícolas en la provincia de Santa Fe. Desde Suiza se dirigen a Inglaterra y en enero de 1857 la familia se embarca en Southampton rumbo a Río de Janeiro. Lina Beck Bernard inicia su Diario de Viaje. Apenas embarcados, una furiosa tempestad pone el barco en grave peligro de zozobrar. Tras grandes dificultades llegaron al puerto de Vigo, con las máquinas en mal estado y el timón roto. Efectuadas las reparaciones continuaron viaje en forma accidentada y al llegar a Río de Janeiro quedaron maravillados del espectáculo grandioso y exótico. A la autora del diario que había empezado desde la iniciación del peligroso y agitado viaje hubo de sentirse herida en sus sentimientos liberales y humanitarios con la presencia de esclavos. Mujer de amplia cultura la interesaban sobretodo los problemas sociales. Iniciada en las disciplinas de derecho penal pronto adquirió una seria versación sobre todo lo relacionado con los sistemas penitenciarios, colaborando en revistas especializadas de gran difusión. Desde la capital brasileña siguieron a bordo de un incómodo barco, "Le Prince", y después de muchas vicisitudes desembarcaron en Buenos Aires el 14 de mayo de 1857. Tras una corta estadía la familia 'se interna en el desierto. A bordo de una goleta, "EL Rey David, remonta el Paraná que le impresiona vivamente a la escritora. Unos isleños silgadores remolcaron a caballo al "Rey David" desde la boca del Colastiné hasta el puerto de Santa Fe, donde la familia Beck Bernard desembarca con sus Cuatro hijos menores en los primeros días de abril de 1857. La ciudad de Santa Fe en 1857 tiene poco más seis mil habitantes. La ciudad de Paraná, capital entonces de la Confederación argentina y asiento de las autoridades nacionales le daba cierta animación a la ciudad de Garay donde funcionaria el Congreso Constituyente, pues Buenos Aires separa de la Confederación se había constituido en Estado independiente. Gobierno la provincia el general Juan Pablo López, que el año anterior ha derrocad a José Maria Cullen, refugiado en Buenos Aires y que volverá después de Pavón. La familia de Carlos Beck Bernard se instala en una casona antigua con mirador sobre la acera oeste, en lo que es hoy calle San Jerónimo y frente la plaza del Constituyente, hoy Plaza de Mayo. El intrépido holandés Carlos Beck suscribe un convenio con el gobernador Juan Pablo López y ministro Juan Francisco Seguí, por el cual se obliga a traer de Suiza menos de 50 familias de agricultores y así se funda la colonia San Carlos Sud, poblado que se prolongaría en el futuro a San Carlos Centro y Norte. La empresa sufrió graves quebrantos. Se perdieron varias cosechas p sequías e invasiones de langostas. Los colonos no pudieron pagar si compromisos y Carlos Beck Bernard debió transferir sus derechos a empresa colonizadora suiza de la provincia de Santa Fe. El matrimonio Beck-Bernard se vinculó estrechamente a las autoridades y familias de la alta sociedad santafesina. Poco años de su llegada 1857 se había fundado el "Club del Orden del cual fue su presidente en los años 1860 y siguientes. En ese carácter debió agasajar a los constituyentes de 1860 que actuaron con motivo de las reformas propuestas por la provincia de Buenos Aires para formalizar definitivamente la unión de todos los argentinos, y entre éstos indudablemente sobresalían en esta asamblea trascendental para el futuro de la patria, Gutierrez, Gorostiaga, Sarmiento, Velez Sarsfield, Marmol, Frías y Seguí. También el joven y celebrado poeta Olegario Andrade, que entonces dirigía el periódico "El Patriota", debió participar con estas personalidades las veladas en el Club del Orden. En noviembre de 1861 llega a Santa Fe el general Mitre y reside por algún tiempo en la ciudad. Dan una gran fiesta en su honor y con este motivo manifiesta sus deseos de ser presentado a señoras de la sociedad santafesina. Da. Lina Beck-Bernard refiere sobre el particular, "Yo me encuentro entre ellas, y lo describe así: "El general Mitre está en todo el vigor de su edad. Es de elevada estatura, de continente grave y noble, muy distinguido en sus modales. Los rasgos de su fisonomía son regulares y los ojos muy expresivas. Su semblante denota reflexión e inteligencia; para llevar con seriedad muy digna la responsabilidad de su alta posición social. Habla con pureza y elegancia el francés que aprendió, según dice, en Montevideo, donde tuvo ocasión de tratar a vanas familias francesas. Se expresa en español corno en nuestro idioma, con sobriedad de palabras y una delicadeza de matices que denotan al hombre habituado a dominar los impulsos del pensamiento y a decir Únicamente lo que quiere decir. Cuentan que su instrucción es muy basta y adquirida todo por si mismo. Ha dado pruebas de una gran valentía que lo lleva a exponer su vida como simple soldado, siempre en el puesto de peligro. "El general Mitre, una vez llegado a Santa Fe, nombra las autoridades escogiéndolas entre las personas más honorables. Gracias a SUS sabias disposiciones la seguridad renace por completo. Con esto descargamos nuestro fusiles hacemos a un lado todo el aparato de guerra y guerrilla". Los datos que anteceden y los que doy más adelante los he tomado del libro de Libro de Lina Beck-Bernard "Cinco años en la Confederación Argentina (1857-1862), "que dió a luz en París en 1864. Y la librería E) Ateneo lo editó en Buenos Aires en 1935 traducido y prologado por el historiador santafesino Dr. José Luis Busaniche, catedrático universitario, de auténtico prestigio por la seriedad de sus contribuciones al conocimiento de nuestro pasado y la independencia de criterio para juzgar los sucesos que comenta También me he servido de las publicaciones del ing. Elías Díaz Molano, ilustrativas y ecuánimes. El libro de Da. Lina, escrito con fluidez llamó la atención "por la novedad y por la belleza de los espectáculos naturales que describía". Trae en verdad una serie de notas y observaciones de sumo interés sobre las costumbres de la sociedad santafesina, los sentimientos religiosos de la población, paseos por el campo, festejos patrios, los carnavales, las quemazones, la manumición de esclavos, recuerdos de Garibaldi, el Convento de la Merced, el Arca de Noé, guerras y guerrillas, los indios del Chaco y las misiones franciscanas. En un apéndice se reúnen escritos documentales de los Beck Bernard: Indumentaria militar, Industrias regionales, Transportes, Misioneros de San Lorenzo. A fines de 1861 el matrimonio pierde dos niñas pequeñas, y la madre temerosa del clima abandona el país para radicarse en Lausana con sus otros hijos. El marido se queda en Santa Fe, pero el fracaso de las cosechas y las pérdidas financieras lo obligan a transferir sus derechos y obligaciones a la 'Sociedad de Colonización Suiza en la Provincia de Santa Fe' para que se haga cargo de la sociedad "Beck, Herzog y Cía." y fundar asimismo nuevas colonias. En 1864 regresa a Europa con el nombramiento de Agente de Inmigración en Suiza y Alemania, otorgado por el general Mitre, y se instala definitivamente en Lausana con su familia. La Comisión Promotora de la Inmigración, con sede en Rosario y su secretario Guillermo Perkins, asume el compromiso de crear colonias a lo largo del F.C.C.A., ramal Rosario-Córdoba. Don Carlos Beck mantuvo correspondencia con Perkins y en 1865 publicó "La Republique Argentine", libro de variada formación para servir a la Unión Suiza fundada para fomentar la inmigración. Beck-Bernard integró la comisión directiva y se hallaba encargado de procurar tierra en nuestra provincia. El gobierno de Oroño ofrecía terrenos sobre las costas de los nos San Javier y Salado. Carlos Beck en su libro decía: "Ningún país ofrecía tantas facilidades y tantos recursos, unidos a tanta libertad política y religiosa como la República Argentina, donde también existe la ventaja de poder apoyar la empresa con las colonias ya establecidas y aprovecharse de las experiencias prácticas adquiridas durante el período de cerca de diez años". El 1° de mayo de 1868 fue designado cónsul general de nuestro país en Suiza, Renunció después de haber servido a la República Argentina durante más de veinte años. Lina Beck Bernard mientras estuvo en Santa Fe acompañó a su esposo en todas las actividades sociales, filantrópicas y asistenciales. En las notas de vida en la Confederación refiere que le decían "la Médica" y que les daba yuyos y otros brebajes sencillos que no podían hacerles mal, y concluye: "Y les ponía una venda. Dios los curaba". En Lausana publicó muchos artículos en el diario "L'Esperance" sobre temas carcelarios y derecho penal. Escritora de ensayos y novelas, su espíritu romántico también se expresaba en bellas poesías. Colaboré en la famosa "Revue des Deux Mondes" de Paris y publicó tres novelas de ambiente santafesino "La Estancia de Santa Rosa, "Telma" y "Fray Antonio'. Los recuerdos de su estancia en Santa Fe dejaron una huella profunda que se presenta con vivos colores en "Flores de las Pampas' publicado en 1882. Además cultivó la pintura y expuso sus telas en el museo de Arleud de Lausana. En 1866 publicó un estudio sobre su bisabuelo el fabulista Pfeffel, elogiado por el célebre crítico francés Sainte Beuve, a quien trató en París y con el que mantuvo una asidua correspondencia. Lina falleció el 27 de setiembre de 1888 y su esposo Beck Bernard también en Lausana el 6 de abril de 1900. He evocado a grandes rasgos a ejemplares humanos que consagraron sus vidas e ideales de bien común en una gesta de paz creadora y de trabajo fecundo que transformó el suelo de la provincia convirtiéndolo con otras hermanas de la región del litoral en granero del mundo y colocaron a la nación argentina entre los primeros del orbe civilizado por su desarrollo económico y el grado de cultura, al amparo de su ley fundamental que invitaba a todos los hombres del mundo a vivir en libertad. No he de poner fin sin embargo a este capítulo de mi charla sin mencionar a dos escritores santafesinos que han dado testimonio de las trascendentes labores de estos esforzados europeos que escucharon con entusiasmo el pregón de Alberdi y el llamado generoso de los constituyentes del 53. En primer término, a Jorge Alberto Hernández, con su valioso y L premiado libro "Literatura Folclórica de Santa Fe", nos da una detenida información crítica de Da. Lina Beck Bernard, alsaciana de origen, que ha difundido en el mundo literario europeo sus novelas cortas y descripciones f de nuestras costumbres y paisajes litoraleños y es considerada la primera escritora de Santa Fe, aunque no sea santafesina. (pgs. 55 y 22, ed. Colmegna, 1985). Por su parte, en 1990, el historiador y constitucionalista José Rafael López Rosas, prologa la versión castellana de "La Estancia de Santa Rosa", efectuada por su esposa, prof. Irma Bignón, con las colaboradoras Renee de Muitre y Marity Yost de Bassamoti, en edición bilingüe, con los auspicios de la Alianza Francesa de Santa Fe y la Universidad del Litoral. Las indagaciones del Dr. López Rosas, son del mayor interés, no sólo a propósito del establecimiento de campo que dio margen al relato novelesco de Da. Lina, sino a la demás producción literaria y jurídica, como a sus vastas relaciones con las más altas personalidades literarias y políticas europeas. La curiosidad intelectual del historiador santafesino está presente en su viaje con su esposa a Paris, donde hurgando archivos en la Biblioteca Nacional, la colección de la "Revue des Deux Mondes", en el tomo 54, año 34, 2° periodo, dieron con la trascripción de "La estancia de Santa Rosa" (Paris, 1864). Agrega que esta edición bilingüe corresponde a la primera novela santafesina escrita por una extranjera, que también prologa el ex profesor del "Dpto. de Estudios Latino Americanos de la Universidad de Provenza", Raúl Víctor Soumerov. -0- Periódicamente se alzan voces que postulan la necesidad de reformar la constitución en la creencia de que así se corregirán lo desbordes y vicios que nos han llevado a un impensado estancamiento en nuestro desarrollo y una grave crisis no menos lamentable. Lo cierto es que el semiparlamentarismo, ni el ministro coordinador, ni la reelección del presidente han de remediar como por encanto los abusos y actos ilícitos que el país ha soportado en las últimas décadas - Tan sólo el esfuerzo honrado de gobernantes idóneos moral e intelectualmente apoyados por la gran mayoría del pueblo, habrá de conducirnos por el camino del progreso y el bienestar general. Pues, la verdad es que la constitución del 53/60 no impidió el desarrollo cívico y cultural de los ciudadanos que integran la República. Esta no tiene la culpa que sus sabios preceptos a veces fueran olvidados cuando no violados manifiestamente. Su amplio programa político y social aún no ha sido cumplido en la integridad de sus previsiones y objetivos. Aunque la propia constitución admite naturalmente su reforma (art. 30), no se percibe en las circunstancias difíciles que vive el país la urgencia de la preconizada reforma por un partido político frente a la clara oposición de destacados hombres de derecho de academias de evidente prestigio. Por lo demás, no es menos cierto que el Congreso tiene en sus atribuciones la mayor amplitud para sancionar todas las leyes que nos lleven a la prosperidad, al adelanto bienestar de la Nación de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, etc. (art. 67, inc. 16 y 28, C.N.). Bien se sabe que la República Argentina en tiempos pasados ocupó un lugar de privilegio entre las naciones civilizadas y más importantes del mundo. La región patagónica se mantiene casi desértica. Los gobiernos que se han sucedido pareciera que hubiesen olvidado la prédica luminosa de alberdiana. Bien venida la integración con los países vecinos del cono sur del continente americano para asegurar mejor su desarrollo. Pero sus nobles fines no creo que deban alcanzarse con el desconocimiento de tratados bilaterales que obligan recíprocamente con más de un siglo de antigüedad, como acontece con el laudo del Rey Eduardo VII de Inglaterra, aceptado sin objeciones y de los pactos de Mayo de 1902. La integridad del suelo patrio es un elemento sustancial de su soberanía que no es renunciable graciosamente, ni consiente engañosos y estériles sacrificios para satisfacer la renovada persistente voluntad expansionista de un país vecino a lo largo de muchos años. |