DEL ARTE RELIGIOSO A LO RELIGIOSO DEL ARTE
Dr. Jorge M. Taverna Irigoyen
Rosario, Ed. Fraternitas, 1990.112 p. Ilustrado.
Catalina Pistone
Publicado en "Gaceta Literaria" Nº 71

El autor, en la presentación, explica que su libro está integrado por una serie de ensayos breves y monografía (de 1960 a 1989) en tomo a la fe creadora que desde hace más de treinta años han ocupado las investigaciones a las que se ha abocado.

En ellos trata lo religioso en el arte, el sentido religioso de las obras de arte, y advierte que no dice de "temas religiosos", cosa muy diferente, por cierto.

Los asuntos que aborda, los tituló; Arte y Religión, asumido por la Fundación Fraternitas; Introducción del autor; La Pasión en el Arte; Pintores de la Pasión; La Pasión en la obra de Jheronimus Bosch; La Natividad en el Arte; La Pasión en la imaginería americana; Iconografía religiosa hispanoamericana en Santa Fe; Del arte sagrado contemporáneo; Aproximación y Deslinde; El sentimiento místico en Rouault, Matisse y Chagall, y, por último. Lo religioso del arte.

Como no podemos analizar capítulo por capítulo, elegiremos algunos que nos han atraído más que otros, sin querer por ello descalificar los omitidos, porque Jorge Taverna Irigoyen asume todos los temas con probidad, autoridad y autorizada palabra. Es una cuestión de gusto artístico.

Sólo diremos de La Pasión en el Arte, que es la carta de presentación de toda la temática, que lleva indudablemente un hilo conductor como es "todo el misterio trascendente de Cristo en su vida y en su muerte". Y señala: "Pareciera que dentro de esa Cruz centralizadora de Anunciaciones, Natividades, Crucifixiones y Ascensiones, cupieran todos los talentos... del hombre creador".

En cuanto a La Pasión en la obra de Jheronimus Bosch, en la historia figuró apellidado Bosch, por su ciudad natal Bois-le -Duc ('s Hertongenbosch), donde nació y murió. Fue asimismo individualizado en España como "el Bosco". Este pintor alterna los temas religiosos, aun tradicionales, como la Epifanía; las Bodas de Cana; la Crucifixión; el Ecce Homo, con escenas de género de un realismo nuevo: los Pecados Capitales, por ejemplo, o como Las Tentaciones de San Antonio, del cual pintó varias versiones. Entre sus obras de madurez, mencionamos el Juicio final, donde descubre un universo fantástico, mágico, en el que abundan los monstruos y las escenografías en llamas. Jorge Taverna Irigoyen las califica de " escalofriantes"; " La Noche de Sabat, añade, está realizada con todo el satanismo de una misa negra. Para ello, finaliza el capítulo preguntando ¿Cómo habrá sido entendida su irrupción de seres feéricos, demoníacos, dentro de la escena religiosa que entonces exigía una sola forma de beatitud y humildad para el artista?

Los sueños y las fantasías de Bosch exceden la realidad. Fue muy criticada en su momento histórico, pero reconozcamos que inauguró un tipo religioso sin precedentes en la ciencia de las imágenes artísticas.

En el Capítulo Iconografía religiosa hispanoamericana en Santa Fe, entre otros asuntos se refiere a lo que se tenía como el primer cuadro que se pintó en Santa Fe, el "Descendimiento", considerado anónimo, en principio, y luego atribuido al hermano jesuita Bernardo Rodríguez.

Por último, gracias a las tareas de restauración y limpieza, apareció el autor verdadero: Emanuel Tramullas. Fue pintado en Barcelona y no en Santa Fe, pues el pintor añadió a su firma "Fecit Barcinone" y Barcinone era la ciudad de la Tarrasconense, hoy Barcelona. Con ello. Jorge Taverna Irigoyen desmitificó una autoría equivocada.

Muy documentado es el tema El sentimiento místico de Rouault, Matisse y Chagall, donde el autor advierte que existe un común denominador entre los tres artistas.

Rouault (1871-1958), representante del expresionismo, cuya máxima obra artística fue el Miserere, "opera" monumental en la que trabajó durante treinta años, se justificó al entrar a esta nueva temática diciendo: "Aquel movimiento intuitivo, mi cambio de rumbo de entonces, no provenía de la influencia de Lautrec ni de Degas, sino de una necesidad interior más apremiante, de un ver las cosas con más agudeza y penetración". Matisse nació en 1869, en la casa de su abuelo, en el cantón francés. El Catcau (Cambresis), realizó en 1947-50 los proyectos de la capilla del Rosario para los dominicos de Vence y también objetos litúrgicos personales como casullas, vasos ceremoniales, patenas, etc. Del mismo modo que lo pensó Rouault en su dura lucha de búsqueda, Matisse lo maduró después de mucho buscarse a sí mismo. Al fin, lo logró, pues su pintura tiene una honda raíz mística.

En cuanto al ruso, nacido en Vitebsk (1887), Marc Chagall, aunque vivió 30 años en Francia, "fiel a la prohibición de la religión judía -a la que pertenecía- de representar la figura humana, recurrió a su bestiario familiar: el gallo, el pez, el asno, la oveja... flores, árboles y elementos litúrgicos, tales como tablas de la ley, caracteres hebraicos y soles llameantes..."

Por ejemplo. El Calvario (1912), revela que, educado en un ambiente de estricta obediencia israelita, estaba ya obsesionado por el cristianismo que, hacia 1918, le inspiraría varias Crucifixiones. El autor, Taverna Irigoyen, nos revela que en Chagall "todo es imprevisto, fantástico, mágico, primitivo, dulce"...

En fin, seguir nos insumiría más páginas, pero debemos abreviar. La obra de Jorge Taverna es un código más que un libro, referido a lo religioso del arte. Amplio, sus conocimientos abarcan toda la Historia del Arte, que es como decir, la Historia de la Humanidad.

Magníficas ilustraciones (24), en una muy cuidada publicación.


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