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AGUSTÍN ZAPATA GOLLAN
PERSONALIDAD MÚLTIPLE Y CURIOSA "... a ensimismarse en los códices de la América profunda. "
Hemos convocado este panel como parte de los actos que recuerdan los 50 años de la fundación del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, en homenaje al Dr. Agustín Zapata Gollan, su organizador y director durante muchos años. Por tratarse de una personalidad rica en matices, los panelistas van a exponer sobre distintos aspectos de la misma, en su expresión y su obra, refiriéndose: la Sra. Catalina Pistone al historiador, el Dr. Feo. Magín Ferrer al escritor y al periodista, y el Dr. Jorge Taverna Irigoyen al artista plástico. Como falta el Ing. Nícoli (que hoy celebra en familia sus 90 años) y al margen de esta presentación, yo tengo que ocuparme de la actividad etnográfica. Procuraré abarcarla, sin abundar, desde el principio. Agustín Zapata Gollan nace en Santa Fe, el 23 de noviembre de 1895. Estimo que, entre 1903 y 1919, aproximadamente, hace los tres ciclos tradicionales de estudio en el Colegio de la Inmaculada Concepción y en la Universidad de Santa Fe. (1) Entre 1920 y 1932, sigue un período de lecturas y de libre búsqueda en las humanidades, frecuentando materias diversas como la literatura, el arte y la historia. Personalidad múltiple y curiosa, se complace ejercitándose en lo diverso. Entre los 24 y los 37 años, dibuja, pinta, escribe poemas y cuentos, hace periodismo, enseña sociología en la Facultad de Derecho (2) y actúa como Intendente Municipal, designado por el Dr. Luciano Molinas, según se lee en alguna noticia biográfica (3). En función de mi tema, circunscrito a las proyecciones antropológicas de sus trabajos, me importaba saber cuándo se interesó Zapata Gollan en la Etnografía y en la Arqueología, y cómo se formó en estas disciplinas, distintas a la Historia. En aquellas noticias y en las obras del autor, no pude encontrar referencias orientadoras sobre el aspecto que estimo descollante de su identidad; tampoco me lo supieron decir sus más antiguos amigos. Debí, pues, suponer y deducir, tomando prestado el método a especimenes literarias como la narrativa y la biografía. En los años inquietos e inquisitivos anteriores a 1940, lo imagino abstraído en la lectura de la "Historia de la ciudad y la Provincia de Santa Fe" o "Ubicación de la ciudad de Santa Fe fundada por Garay", de D. Manuel Cervera; el "Ensayo sobre la historia de Santa Fe", de Juan Alvarez; los diez tomos de la "Historia del Paraguay" de Francisco Javier Charlevoix; los libros de Urbano de Iriondo, Guillermo Furlong y Juan A. García o los testimonios de poetas, cronistas, viajeros y memorialistas cuyas andanzas y relatos entregaban de primera mano la sustancia vital de la exploración y conquista del Río de la Plata por las gentes y las armas de España en el siglo XVI o las austeras adaptaciones de los criollos mestizados en la Asunción. Pero esto es Historia, complementada, supongo, con desveladas incursiones en los infolios de los archivos al alcance de la mano, adentrándose con una colosal memoria abierta y receptiva, en la densa maraña documental, en la árida objetividad de los "escribanos", esto es, en las complejidades de la escritura de aquellos siglos sin Academia ni Gramática (4); en los azares ortográficos, en los giros metafóricos del lenguaje figurado (o que se hizo figurado para nosotros, con el tiempo)... Adiestramiento de la vista y el oído en un estilo todavía de palimpsesto, por el gusto no sólo de saber y descubrir en las cosas, sino también en el sabor del idioma, agudizando en todo la intuición de los detalles, mimetizándose poco a poco en la expresión un tanto bárbara de los españoles de ultramar. Pero, ¿y la visión abarcadora de los tipos físicos, de los ambientes naturales y las culturas primitivas, esto es, el enfoque del antropólogo en las diversas y exigentes disciplinas de las llamadas " Ciencias del hombre", de dónde las obtuvo para más adelante lucirlas? Hay secciones en su biblioteca referidas a estas materias y cantidad de libros con evidencia de haber sido estudiados y consultados una y otra vez, como el "Manual de Antropología" de José Pérez de Borradas, junto con las obras ya clásicas de Lowie, Murdock, Kroeber, Walther Krickeberg, Graham Summer o Ratzel, entre otras. Dato suficiente, me parece, para caracterizar la orientación de lecturas de esos años, aunque no agote ni mucho menos, la variedad y calidad de la bibliografía asistida en la elaboración de un nuevo proyecto, esta vez absorbente, en el cual van a confluir todas las búsquedas anteriores que, si no, se hubieran dicho vanos o fallidos intentos de juventud. Salvo una, que se da desde siempre y lo acompañará de por vida; su aptitud natural para expresarse con espontaneidad y soltura, en un orden no de búsquedas, sino de quien encuentra: el dibujo y al mismo tiempo o poco más tarde, el grabado: las artes de la ilustración y la estampa de línea sensitiva y libre, mediante las cuales se ayudará a ver en los vestigios del pasado, recreando las formas rotas cuando las exhume de la tierra, en Santa Fe la Vieja. O a resolver problemas, a disipar enojos, a conjurar pesadillas, mientras su espíritu medita y su mano libera ángeles o estantiguas en la hoja de papel. Lo cierto es que, cuando en 1938 aparece "Las puertas de la tierra", allí está la síntesis de un estilo que es el hombre Agustín Zapata Gollan. Libro atípico, en él se funden la literatura, la historia y la antropología cultural, como se han fusionado en la personalidad misma del autor, las (por así decirlo) vocaciones dispersas en las tentativas anteriores a estas "Jornadas del Litoral". Tal vez, en 1937, cuando lo escribía, el autor no se daba cuenta de estar fundado, en el concierto de sus varias aptitudes, un modo de ver y de sentir, una identidad. También un destino. Llamado a la salud de una larga vida, el más fuerte de sus talentos, hecho de la minuciosa paciencia del investigador asociada a una intuición poética de la vida tras los vestigios del pasado, y por eso mismo capaz de aventurarse en la animación de la historia, entra en su madurez a los 42 años, para perseverar sin desmayos hasta los 90. " Las puertas de la tierra", libro condensador y a la vez fuente de promesas, voz suelta y grave -como era la suya-, castiza hasta el arcaísmo de un cronista español del Renacimiento, anima la escena de los siglos desde lo alto de la barranca, frente al río de perseverancia indígena, infundiéndonos en el deleite sostenido de la lectura, lo real imaginario y entrañable de ese espacio y esos tiempos, como si los soñara o los tabulara: "Es un día cualquiera de 1600 o de 1700 o de 1800. Es en el asiento primitivo de Santa Fe o en el lugar que ocupa desde 1660 apremiada por los indios. La vida es la misma; el paisaje más o menos el mismo también. Unos hombres sentados al filo de la barranca, devanan la tristeza de la tarde con los ojos inmóviles en la lejanía azul del cielo, mientras unos barcos se duermen en el puerto esperando el cambio de viento, de este Norte que sopla como el aliento de una boca afiebrada que sólo se alivia con la virazón de la tarde (5)". Este fragmento parece escrito a pincel sobre un lienzo, obra de un imaginista, y puede pensarse historia pero también obra incitadora de la fantasía de un narrador. Es que, en estas páginas, ya se expresa el gran cronista del litoral fluvial, el que sabe meterse en el alma de la gente, en la esencia de las cosas y en la polisemia de los símbolos, no sólo para hablamos de un valor en ellas que las trasciende por el sentido -esto es, en términos de cultura-, sino para hacerlas hablar, animado de su mismo espíritu en, por momentos, una vistosa consustanciación. "... esa Buenos Aires de Mendoza tuvo, como Corpus Christi y Buena Esperanza, un acabar inmediato. Al cabo de pocos años, los que quisieron conquistar el Río de la Plata aguas arriba, sólo habían dejado como recuerdo de su paso por esta tierra indómita y arisca, las taperas de Buenos Aires y Sancti Spiritus, las ruinas de Corpus Christi y la desolación de lo que llevaba en su nombre el secreto del tesón y el valor de los conquistadores: Buena Esperanza (6)". Viene después " La conquista criolla", libro portador, en su mismo título, de una tesis poco o nada concurrida en esos años: el dominio del Río de la Plata y el Paraguay, no fue obra de los "españoles de España", sino de los "españoles de América" con la asistencia imprescindible de los mestizos indoespañoles gestados en la Asunción, ciudad a la que del Barco Centenera llama por sus licencias eróticas, "Paraíso de Mahoma". Los españoles de España vienen por el Atlántico liderados por Solís, Gaboto o Mendoza, "engallados" por el triunfo de la Reconquista, el espíritu de empresa del Renacimiento y las liberalidades de la Reforma, pero fracasan de primer intento, humillados por el hambre, la hostilidad del indio y el acoso del ámbito descomunal. Para triunfar, deben penetrarse de sangre indígena, mimetizarse en los "mancebos de la tierra", revitalizarse en esos "ahumados valientes y montaraces", como purificados, curados y templados en el infiernillo de los indios, para, sólo así, convertir la adversidad en triunfo. 1938 es un año tan especial en los trabajos y logros de Zapata Gollan, que bien puede creerse el punto decisivo de una inflexión por la cual en su vida, como en la geometría, "cambia una curva de sentido". El 21 de Octubre, Juan Mantovani -ministro de instr. Públ. de la Provincia-, le asigna la misión de realizar investigaciones históricas en los archivos y bibliotecas de América, en relación con la vida colonial en el Río de la Plata y especialmente en Santa Fe (7). Según parece, Zapata Gollan no viaja hasta el año siguiente. Sólo sabemos que se encuentra en Lima al tiempo del XXVII Congreso Internacional de Americanistas, cuyas deliberaciones comienzan en setiembre de 1939, y de las cuales participa como vocal de la sección de Historia, presentando su trabajo: "Caminos de América" (Obra, T. II, 108). Cuántos meses permanece en el Perú, antes y después de las sesiones, no lo sabemos, pero las fuentes que luego declara haber frecuentado en función de dicho trabajo, en lo esencial los "Papeles y manuscritos inéditos" de la Biblioteca Nacional (Cf. O. Cit. 188), el Archivo Nacional del Perú y el Archivo Eclesiástico de Lima, además de la nutrida bibliografía de los cronistas e historiadores de la exploración y la conquista de América, no es tarea que se resuelve en semanas. Y es aquí donde lo veo a sus anchas, en el silencio de las salas y el polvo de los armarios arcanos, "quemándose las pestañas" en la lectura, desciframiento e interpretación de esa antigüedad en penumbras; folio tras folio de los papeles mohosos por el aire marítimo de Lima, todo humedad y iodo y sal; encendida la agudeza y el fervor de una vocación naciente, todo ojos, todo memoria -pues lo que ve lo graba y lo retiene para siempre, datos, giros, curiosidades, situaciones, versos, todo, con una sorprendente minuciosidad. En 1940 culmina el ciclo preparatorio de este talento lúcido y empecinado, con la publicación en Santa Fe de "Los caminos de América", pero antes recibe de Mantovani su "alternativa", el "centro de operaciones" en el que le será dado probar sus energías y proyectarse al futuro, desde el pasado, en un desafío muy personal: El 23 de Julio, por ley de la Provincia que firman Dn. Manuel Ma. de Iriondo y su ministro de Inst. Públ. se funda el Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, con el fin de "realizar investigaciones de carácter etnográfico, histórico, arqueológico y folklórico", así como "reunir y organizar el material (. . .) necesario para esas investigaciones", etc. Zapata Gollán es designado director del instituto, y D. Juan Mantovani prologa su primera publicación que es "Los caminos de América". De aquí en más y hasta 1948, sigue una década de estudio y publicaciones incesantes que certifican la autenticidad y la fecundidad del destino elegido: "El Paraná y los primeros cronistas" en 1942, "La fauna y la flora de Santa Fe en los primeros cronistas" (1944), "Los chana en el territorio de la Provincia de Santa Fe (1945) y "El caballo en Santa Fe en tiempos de la colonia" (1945), obras originales en su indagación, minuciosas en su saber, bellamente escritas y comunicativas de la pasión que ensimisma al autor en la soledad de sus trabajos y sus días. En 1945, 1947 y 1948, aparecen los tres números del "Boletín", incluyendo en sus páginas aportes a los estudios históricos y etnográficos de Joaquín Frenguelli, Edmundo Wernieke, María de las Mercedes Constanzó, Hernán Busaniche, Horacio Caillet-Bois, Francisco Magín Ferrer, Femando P. Gaspary, Enrique de Gandía, Esteban L. Maradona, Gastón Gori, Lázaro Flury, Luis Ravera y otros destacados estudiosos, sin faltar en ninguno las contribuciones de Zapata Gollán. (8) 1948 es otro año clave en su vida: el 21 de Julio, el Gobierno de la Provincia, por ley 3361, dispone que el DEEyC realice excavaciones al sureste de Cayastá, en el sitio donde podían encontrarse las ruinas de la primitiva Santa Fe, a fin de localizarlas en forma fehaciente y de exhumarlas. Zapata Gollán obtiene de las autoridades, el desglose y depósito bajo su custodia personal en el Departamento, de la documentación histórica referida a los primeros tiempos de la ciudad, en especial las actas, testamentos, contratos, memoriales, expedientes y otros papeles y testimonios de la vida cotidiana de sus habitantes. Seguramente, el investigador había estudiado su campaña desde tiempo atrás, complementando la lectura de obras como las ya mencionadas de Cervera, Alvarez, Furlong o Juan Andrés García, con perspicaces recorridas del sitio y entrevistas con los viejos vecinos de Cayastá. Pero, si conocidos y aplicados los principios del etnógrafo en sus estudios anteriores de gabinete y de campo, ¿cómo asimiló los métodos del arqueólogo, frente al desafío que se le aproximaba? No hay muchas pistas para responder, aunque, repasando las fuentes de sus primeros libros, queda en el tamiz un tratado de Du Mesnil De Buisson (9), cuya consulta se evidencia cuando, en la primera página de" Las ruinas de la primitiva Santa Fe", Zapata Gollan menciona los "índices topográficos de detalle" y los "índices topográficos generales" en los que el arqueólogo fía la presencia de los sitios antiguos soterrados. Otras fuentes específicas de esta disciplina, se encuentran en su biblioteca. "La metodología etnológica", por Ej., de Fritz Graebner y tratados del antropogeógrafo Friedrich Ratzel, mentor éste último del concepto de "área cultural", tan importante en la etnología. Mucho debe haber aprendido también de su vinculación profesional con los ingenieros Víctor F. Nicoli y Fernandez Diaz, sobre los documentos o el terreno, cuando ambos sumaron lealmente su saber a la empresa iniciada. No abundaré en detalles sobre la localización de las ruinas de Santa Fe la Vieja. El mismo Zapata Gollan la expuso en un informe pormenorizado sobre los hitos y tiempos culminares del hallazgo: "Fue precisamente donde se levanta el pilar en el cual colocaron las placas conmemorativas dos gobernadores de Santa Fe y donde una inscripción recordaba el Milagro de la Virgen, el lugar que elegí para realizar los primeros trabajos, con elementos y material necesario, en el mes de Julio de 1949" - escribe. Es su gran momento. Para él se ha preparado en modo más que suficiente y hasta se diría que el hallazgo de la vieja Santa Fe, es un caso de convicción largamente madurado. Sin embargo, da por sobreentendido un principio que hoy sorprendería a la vanidad promocional de más de un iniciador de insignificancias: "No di, desde niego, ninguna noticia periodística sobre la tarea que emprendía. El carácter de los trabajos que se me había encomendado por el Gobierno de la Provincia, los mantenía alejados de toda publicidad"- dice. ¿Desinformación? No. "Periódicamente, informaba por escrito al Ministerio sobre la marcha de las investigaciones". ¿Pudor, inseguridad? Tampoco: "... y lo hice con la cautela y la discreción elemental para quien tiene conciencia de la misión que debe cumplir en asunto de esta naturaleza" (10) - agrega. Zapata Gollan es hombre vivaz y apasionado. Sin embargo no abandona el tono severo y riguroso del informe que, tan sólo entrelineas, celebra el suceso resonante de sus trabajos. Aunque hoy pueda parecemos fácil la campaña, por familiaridad con ella y con sus protagonistas, en verdad no lo fue, y necesitó la energía de un hombre dotado y hasta, cabe decirlo, predestinado para cumplirse en todas sus etapas, paso a paso durante -¡parece mentira la continuidad de esfuerzos!- casi 50 años; convergencia de una vida, una identidad y un destino. A pesar de haber seguido con interés creciente desde el principio las contingencias y logros de tamaña empresa, recién hoy, a raíz de la edición de la Obra Completa, tenemos -yo, al menos, tengo- noción de su vastedad y su riqueza, en cuanto summa de literatura, antropología e historia que, centrada en las ruinas de la primera urbanización española en el Río de la Plata, extiende su visión hacia los horizontes continentales, en los aconteceres de dos siglos, con aportes originales y de probada idoneidad que no excluyen sino se benefician de una buena prosa, de una imaginación creadora y de una ironía sagaz, manifestaciones a su vez de una íntima felicidad: la de quien halló a tiempo y siguió sin tiempo el camino verdadero. No quiero hacer apología, porque ésta supone siempre tomar distancia con el hombre real, y sé bien que tanto sus viejos amigos y colaboradores, cuanto quienes después llegamos a escucharlo y a tratarlo, acercándonos a su indudable carisma, deseamos conservarlo vivo en la memoria de sus gestos, de sus palabras, de sus inspiraciones y aun de sus rezongos. Por esto, si ustedes me lo permiten, será su propia voz, como si estuviese aquí presente, la que nos explique el último tramo de mi disertación de esta noche. (12) Santa Fe 28-07-90 REFERENCIAS1. Creada a iniciativa del Gob. José Calvez el 30 de abril de 1890 y transferida a la Universidad Nacional del Litoral el 18 de abril de 1822. 2. De la U.N.L. 3. Diego Abad de Santillán: Gran Enciclopedia de la Prov. de Santa Fe, EDIAR 1967, T. II, sin Nº de Pág. y Cfr. Feo. Magín Ferrer: noticia en la solapa del T. 5 de la Obra Completa de A.Z.G., UNL, Santa Fe 1990. 4. La Real Academia Española o de la Lengua fue creada por Felipe V recién en 1714, "para velar por la pureza y propiedad del idioma". Durvan T. I-092. La primera gramática -la de Nebrija- fue publicada en 1492. 5. AZG: O. Cit. Imprenta UNL (la. Edic. 1937), Pág. 111. 6. AZG: "La conquista criolla", en Obra, T. I -160. UNL, S. Fe 1989. 7. AZG: "Obra", T. 2, Pág. 114. 8. "Nomenclatura mocobí de animales y plantas"; "El ciervo y la piedra bezoar en la época colonial de Santa Fe"; "Cinco cuentos de don Juan Zorro";" Vocabulario mocobí relacionado con el caballo y la equitación", etc. 9. "La tecnique des fuiles aroheologiques. Les principes généraux". París 1934. 10. "Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe",en Obra, T. 4, Pág. 32. Ed. UNL, Santa Fe 1990. 11. Ed. UNL-Bco. Prov. de S. Fe, 1989/90. 12. CF. Se hizo escuchar una cinta grabada en una entrevista. |