LA CIUDAD EN AMÉRICA ANTES Y DESPUÉS DE LA CONQUISTA
José Luis Víttori

"Como un damero y con plaza"
Guillermo Furlong



El continente americano se pobló por inmigraciones asiáticas que cruzaron el estrecho de Bering en dos épocas favorables, la primera hace de 20 a 40 mil años, y la segunda de doce a trece mil años.

El nivel de los océanos había bajado por las glaciaciones, dejando en descubierto un "puente" entre las costas de las actuales Siberia y Alaska: por allí pasaron las primeras hordas de cazadores de mamuts y otros animales salvajes del Pleistoceno, diseminándose con cierta rapidez por todo el Continente.

Así, por ejemplo, según C. Vance Haynes Jr., "los cazadores Clovis que entraron en América hace 12 ó 13 mil años, en cinco siglos habrán cubierto de sobra el trayecto desde el estrecho hasta el extremo sur de México, sembrando la tierra a su paso con cientos de miles de puntas de flechas"1.

Aunque todavía se especule sobre diversas y sucesivas corrientes de poblamiento, una de ellas desde el sur, por la Antártida, a través del Cabo de Hornos; otras por el reguero de islas del océano Pacífico o bien circunnavegando las costas, desde Asia, los antropólogos de las diferentes escuelas coinciden en que las primeras poblaciones ocuparon América de Norte, en largas etapas que abarcan desde los cazadores y recolector nómadas, hasta los asentamientos en aldeas de los agricultores que, unos 5 mil años antes de la Era, habitaron el valle de Tehuacán, en México donde según el arqueólogo Osvaldo Silva, descubrieron el principio básico de la agricultura: "donde pongo semillas crecen las plantas"2.

Lo cierto es que, por alguna razón todavía no aclarada, las culturas sedentarias prosperaron en Mesoamérica, anticipándose en el desarrollo de todas las técnicas que culminaron en las grandes civilizaciones urbanas de los olmecas, los mayas, los zapotecas, los teotihuacanos, los toltecas y, por último, de los mexicas.

El concepto de "Mesoamérica" no responde a caracteres geográficos o políticos, sino a rasgos culturales que Ignacio Bernal resume así: "la base económica de todas las culturas mesoamericanas es la misma: la agricultura, frecuentemente con irrigación, siendo el maíz la planta fundamental. A él se unen el frijol, la calabaza, el algodón, el tabaco, el cacao y muchas otras plantas e inventos. Hasta donde el clima lo permite, en todos lados se hallan más o menos las mismas plantas cultivadas. Igual sucede con los animales domésticos, que son principalmente el perro y el guajolote (el pavo). En todas partes se caza con armas similares, y en los lagos, ríos o mares se pesca en formas que sólo cambian por las necesidades locales. Similares son también el vestido, el adorno, las deformaciones corporales, los materiales y las técnicas de construir las casas y los objetos de la vida diaria. (...) Hay una base común para la cerámica, la orfebrería, la lapidaria, los objetos de carey o de madera, los textiles y el tallado de la piedra. Pueden variar dentro de límites estrechos los sistemas de enterramiento o los detalles de la vida diaria, la organización social o el desarrollo de los acontecimientos, pero siempre con grandes semejanzas en cada área. Hay pueblos opresores y pueblos oprimidos, pero la base política es similar. General es el empleo de basamentos piramidales para los templos, los tipos de juegos y deportes, la manera de medir el tiempo y la importancia de la religión3".

Mesoamérica, territorio signado por esta co-tradición, al menos desde mil años antes de Cristo, abarca una parte de la actual república de México -centro y sur, desde el océano Pacifico al Atlántico-, toda Honduras, Bélize, Guatemala, El Salvador y Costa Rica.

Y es en esta zona de algún modo privilegiada, donde el mundo indígena crece en plenitud -casi en paralelo, se diría, con la costa y los valles del Perú-, dando todo de sí a pesar de ciertas limitaciones notorias.

El resto de América, al norte y al sur de las dos grandes zonas señaladas, permaneció en estadios muy primitivos de tipo predador o de una agricultura incipiente, sin alcanzar siquiera los niveles arcaicos o preclásicos de las culturas mesoamericanas y peruanas donde se conocieron los niveles urbanos.


La ciudad en América


Las altas culturas urbanas de América, antes de la llegada de los españoles, mucho antes, alcanzaron varias veces la monumentalidad de sus centros ceremoniales y la vastedad del desarrollo edilicio, a pesar de que en tantos otros aspectos de la vida y la industria, los descendientes modernos de aquellos cazadores asiáticos o de los primitivos canoeros polinesios, no superaron en toda Mesoamérica ni en el Perú, las invenciones y las técnicas del período neolítico:

Habían domesticado cierta cantidad de plantas de cultivo y eran hábiles en las prácticas de la agricultura extensiva4; dominaban los trabajos en piedra, madera, hueso, barro o fibras vegetales, pero contaban con pocos animales domésticos5 y, aunque conocían el principio de la rueda, lo aplicaban en pequeños juguetes sin llegar a usarlo en el transporte, ya"que carecían de animales de tiro: el caballo americano se había extinguido con el mamut. En los Andes, los peruanos habían domesticado la llama y el guanaco y los usaban como bestias de carga, pero no como animales de tiro.

Lo curioso es que, tanto los mayas clásicos como los incas, llegaron a construir, sobre todo estos últimos, caminos sólidos, con calzadas de piedra y cal, usadas por los correos, las tropas, los mercaderes o los funcionarios, que se desplazaban a pie.

Aunque en las áreas culturales más avanzadas del Perú y Mesoamérica trabajaban algunos metales6, siendo hábiles en el laminado y el martillado en frío, su uso de la fundición era rudimentario y no conocían el hierro. La mayor parte de su utilaje se hacía en piedra, o se trabajaba en barro8 por las técnicas de enchorizado y pastillado. Fueron tejedores y cesteros competentes, y ceramistas virtuosos si pensamos que tampoco habían inventado el torno de alfarero.

Es cierto que conocían el bronce en la meseta peruana y en Tiahuanaco, ambos centros de dispersión de la metalurgia indoamericana, pero en México se batía el cobre en frío y se usaba en pequeña escala para fabricar cuchillos, punzones, agujas, anzuelos o un hacha de mango curvo llamada tepoztli, en tanto la mayoría de las herramientas se tallaban y pulían en piedras duras9 como entre los olmecas, los mayas, los teotihuacanos, los chimús, los mochicas, los chibchas, los aimará, los quechua y otros pueblos de las comarcas antiguas10.

Ahora, si en punto a manufacturas se hallaban en el neolítico, paradójicamente habían superado la etapa agro-alfarera de las sociedades campesinas que habitan en aldeas, encontrándose de lleno en la etapa de la construcción y la planificación urbana, mucho antes de la Conquista.

Herencia de los olmecas, de los zapotecas, de una hipotética cultura madre o del propio genio creador de sus antecesores, los mayas poseían una escritura ideográfica a punto de desarrollar caracteres fonéticos, un calendario solar fundado en la duración exacta del año trópico, un sistema aritmético de base vigesimal regido por la posición de los valores, lo cual implicaba el conocimiento del cero -singular anticipo de orden abstracto, al decir de Sylvanus G. Morley-, esto por lo menos mil años antes que los indostanos inventaran el sistema decimal y dos mil años antes de que el sistema de posiciones se conociera y usara en Europa11.

Fabricaban papel por maceración de la corteza de una higuera llamada copó -verdadero papel , de acuerdo con la demostración práctica de Víctor W. von Hagen12, no papiro como afirma Dick E. I. -barra Grasso13.

Eran constructores asombrosos de templos, palacios, acrópolis, cisternas, represas, observatorios astronómicos, silos subterráneos, acueductos y sistemas de riego, caminos pavimentados o tumbas, si se toma en cuenta y a pesar de su escaso instrumental: regla, plomada, nivel, plano inclinado, rodillo, andamio, mortero de cal, sogas de fibras vegetales trenzadas y muy poco más.

"Así, la construcción de Radio Center, en la ciudad de Nueva York, con todos sus instrumentos mecánicos, maquinaria moderna y todos los materiales de que dispusieron sus constructores -decía Sylvanus Morley-, es hazaña mucho menor que la edificación del Templo IV de Tikal o el Castillo de Chichén Itzá, ambos de menos dimensiones y complejidad, pero construidos completamente sin herramienta metálica, acero, cemento, ladrillo hueco, piedra sillar cortada a máquina y aventada con arena, aire comprimido, electricidad, gas, vapor de agua y complicada maquinaria para hizar los materiales. Radio Center fue erigido con la sabiduría arquitectónica y mecánica acumulada en gran número de siglos; el Templo IV de Tikal fue construido por un pueblo que vivía en la edad de piedra" (O. Cit., Pág. 491).

Los alarifes mayas, aztecas o incas cortaban y pulían los sillares a mano, en canteras primitivas, de donde extraían también las columnas o los dinteles monolíticos arrancados con punzones y mazas de piedra a la roca viva.

El transporte de los materiales desde las canteras hasta el sitio elegido para edificar, distante a veces cientos de kilómetros, se hacía desmontando y allanando previamente el camino y a la rastra, mediante el esfuerzo de la tracción humana, con el auxilio de plataformas y balsas de troncos si cruzaban ríos o lagos, como en México-Tenochtitlán; tal vez ayudándose con rodillos o trineos.

Sillar, talud, tablero, dintel y arco, eran sus principios constructivos básicos. Al arco lo emplearon con frecuencia y audacia los mayas clásicos, un tipo de arco llamado "en saledizo". Visto generalmente como una solución arcaica, paso previo de la invención de la clave, algunos historiadores de la arquitectura no lo consideran un "arco falso", sino una opción diferente. En prueba de esto, los arqueólogos han observado el empleo simultáneo del arco en saledizo y el arco por clave en la India, China, Cambodia Khmer e Indonesia, donde la antigüedad adoptó uno u otro, o ambos, en diferente escala.

Este uso simultáneo o indistinto no se ha verificado en Indoamérica, donde el arco en saledizo domina el horizonte maya, con sus reales limitaciones de luz en la distancia entre los apoyos y en el aligeramiento de los muros, que complican o entorpecen las soluciones.


Del centro ceremonial a la ciudad indiana


Según ciertos autores como Jacques Soustelle 14 los olmecas son anteriores en el tiempo a los mayas. Según otros, como Rafael Girard15, mayas y olmecas descienden de un común tronco protomaya de la costa del Pacífico, en Guatemala, habiéndose establecido, después de diferenciarse, los mayas en la selva de El Petén y los olmecas en la costa del Golfo de México.

Olmecas, mayas, teotihuacanos y zapotecas -en este orden- edificaron los primeros centros ceremoniales y las primeras ciudades indoamericanas.

Hay una concepción o un principio común en la actividad constructiva de olmecas, teotihuacanos y zapotecas y es el haber edificado conforme a un plan axial no asimilado por los mayas clásicos ni posclásicos.

Al parecer fueron los olmecas los primeros en adoptar una línea imaginaria de orientación norte a sur, como eje de una concepción simétrica aplicada en la traza de los más antiguos centros ceremoniales indoamericanos, en San Lorenzo Tenochtitlán (1200 a 900 aC) y en La Venta (1100 á 400 aC).

Sorprende aún hoy a los especialistas que los olmecas construyeran sus santuarios ajustándose a un plan axial, esto es, simétricamente en torno a un eje de patente orientación norte-sur16, con un ligero desplazamiento de ocho grados meridiano Este, cuya intención se desconoce. Ese eje dominó después la concepción de la gran plaza de Monte Albán -en el país zapoteca- y se aplicó en la Gran Avenida o Calzada de los Muertos en Teotihuacán, generando aquí, en la capital teotihuacana, calles paralelas y perpendiculares que irían configurando un plan por manzanas, transmitido a su vez por los teotihuacanos a los aztecas y, quizás, a los peruanos (Chavín de Huantar, Chan Chan, Cuzco).

La ciudad maya, si es que puede llamarse ciudad de acuerdo con el criterio urbano que se aplica a Teotihuacán, a Tula o a México-Tenochtitlán, esto es, a un área habitacional regulada en los aspectos edilicios y en la centralización de servicios, la ciudad maya, digo, prescindió en su traza de un plan por cuadras.

Si bien es cierto que las construcciones en sí, por ejemplo las pirámides y los espacios abiertos: plazas, patios, terrazamientos, responden y se asocian metafísicamente con una geometría, ésta rige los grandes volúmenes y configura la monumentalidad de los centros ceremoniales, pero no conforme a una traza por calles y por manzanas, sino de acuerdo con los imperativos del culto, del gobierno, el comercio y los juegos populares.

Las vastas zonas donde los campesinos y los artesanos levantaban sus cabañas, van creciendo alrededor del centro ceremonial por acumulación demográfica y de un modo espontáneo.

Si la gran plaza de Tikal puede "leerse" a partir de un eje imaginario entre los templos I y II, dejando a la derecha la Acrópolis Norte y a la izquierda la Acrópolis Central, todos los otros monumentos parecen construidos al azar. Lo mismo se advierte en Uaxactún, en Copán, en Palenque, en Piedras Negras y en todos los conglomerados urbanos de los mayas.

No sucede lo mismo, repito, en los centros ceremoniales de San Lorenzo, La Venta o Cerro de las Mesas, edificados en torno a un eje; ni en Monte Albán, ni en Chavín de Huantar. En esto, a partir de estos, se impone una visión diferente a la de los mayas, que desembocaría en la ciudad por cuadras, al parecer autóctona.

El empleo del arco en saledizo y las urbanizaciones planificadas,. dan para pensar, según diferentes enfoques de antropólogos e historiadores. Es común llamar al arco en saledizo arco maya, dando por sentada su pertenencia a esta cultura17. De igual modo hay quienes encuentran en Teotihuacán o en México-Tenochtitlán, los modelos de urbanización en damero o urbanística a cordel de las ordenanzas de poblaciones emanadas de España en 1523, perfeccionadas a mediados del S. XVI y recogidas finalmente en la Recopilación de Leyes de Indias en 168018.

Si no lo interpreto mal, eso es lo que manifiesta Ignacio Bernal cuando escribe: Estamos en este valle porque en él se edificó la Ciudad de los Dioses (Teotihuacán). En efecto, cuando desapareció en el siglo VII (dC) dejó una herencia ilustre que habían de recoger los toltecas y más tarde los mexicas. Las capitales de estos se crearon no sólo en la descendencia, sino en el ambiente teotihuacano. De la ciudad azteca nació la ciudad a través de esta cadena forjada por la historia, Teotihuacán es la directa de la capital mexicana19.

No siempre hay acuerdo en estos enfoques. No lo hay desde el de la etnología, a fines del siglo pasado. Para algunos investigadores culturales, todas las cosas del hombre se inventan una vez en un solo lugar y en un tiempo determinado; desde allí y desde entonces, se propagan más o menos rápido por toda la tierra y entre todos los pueblos. Para otro estudiosos de la antropología social, todas las culturas son aptas para desarrollarse independientemente siguiendo las mismas o parecidas secuencias. Todo evoluciona o todo se transforma. Difusión o convergencia. Según estos criterios en su aplicación dogmática, un hecho cultural tiene que haberse originado en América, desde donde se difundió al mundo o al revés. De dónde, la traza en damero de las ciudades hispanoamericanas se originó en nuestro Continente, o la importaron los españoles inmediatamente después del descubrimiento.

El doctor Agustín Zapata Gollán, en un trabajo exhaustivo sobre la urbanización hispanoamericana20, razonó que la planificación urbana dentro de un rectángulo cuadriculado o en parrilla, llamada planta hipodámica por atribuírsela a Hipodamo de Mileto, "aunque se usaba en la India desde mucho antes", es adoptada por la España Cristiana durante la Reconquista.

Así, por referencia a un estudio de Claudio Sánchez Albornoz, dice que la ciudad española de León tenía la forma de un rectángulo casi perfecto, cuyo eje mayor iba de norte a sur, lo mismo que Briviesca, al norte de Burgos, tenía su núcleo primitivo en forma de un rectángulo perfecto cercado de tapias (...) con cuatro puertas que daban acceso a las dos calles principales, con cuatro calles longitudinales y paralelas, con su plaza mayor situada en el centro del recinto, de forma rectangular, con soportales y las calles transversales cortando perpendicularmente a las que corrían en sentido longitudinal21 todo ello tomado de la traza geométrica de los campamentos romanos que las exploraciones arqueológicas han exhumado en la península.


Donde entra Santa Fe la Vieja


Recordemos que Juan de Garay funda Santa Fe en 1573 de conformidad con las disposiciones legales que ordenaban un plan por cuadras, habiendo en un punto dado, una, dos o cuatro cuadras sin poblar y que constituían la Plaza Mayor sobre la que se hallaban la Iglesia Matriz, el Cabildo , las Cajas Reales y las casas de las familias de mayor abolengo22, esto es, con planta en damero. En un pergamino, con la ayuda de un piloto, ha trazado la planta urbana -dice Zapata Gollán23-, a lo cual agrega el ingeniero Víctor Nícoli: - Allí comenzaría a desbrozar el terreno del espeso bosque para continuar con la delineación de calles y la división de cada manzana en cuatro solares (24).Y el doctor Zapata Gollán concluye: El reparto de solares dentro del cuadriculado de la ciudad santafesina, lo hizo Garay con un sentido económico y estratégico, pues, en lo que era el centro de la ciudad, es decir, la plaza y el fuerte que era donde había levantado su vivienda, ubicó a los capitanes españoles que le eran adictos (25).

La urbanización hispanoamericana en el Río de la Plata detalla, de norte a sur en el Continente, la genealogía de la ciudad de Garay: Santo Domingo, primera ciudad cristiana de América, fundada por Bartolomé Colón en 1502 y refundada por Gonzalo Fernández de Oviedo en 1512; México, por Hernán Cortés en 1522; Cuzco y Lima, por Francisco Pizarro en 1533 y 1535; Santiago de Chile, por Pedro de Valdivia en 1541; Córdoba del Tucumán, por Jerónimo Luis de Cabrera en 1573, todas ellas en cuadrícula o traza a cordel, “bien española” (26).

¿Dónde queda la ascendencia precortesiana sostenida por Bernal? Puede que este autor aludiera la circunstancia de que la ciudad hispana de México fué construída sobre las ruinas de la capital azteca y siguiendo la traza en damero de ésta, probadamente anterior a la conquista. Pero no. El orgullo nacional de los antropólogos mexicanos apunta a las primicias nativas ante el menor indicio, y hay aquí uno que apunta a la evidencia en el testimonio del propio conquistador. Bernal dice que la traza en damero de la ciudad española en América proviene de la concepción indígena, aunque no ignore el problema arqueológico de difícil o improbable respuesta que su actitud plantea sobre el origen del plan axial o la traza en cuadrícula.

En ese ordenamiento se fundaron inicialmente Santo Domingo y La Habana (1515), años antes de que Hernán Cortés avistara México-Tenohtitlán, primer contacto de los españoles con una verdadera ciudad indígena, de modo que no fue su asombro ante el esplendor de la capital como se ha dicho, la tradición de la Reconquista y el espíritu que, en 1523, compilaría las Ordenanzas de poblaciones, el factor manto de la ciudad medida hispanoamericana.

Ahora bien, admitida la línea evolutiva de la cuadrícula urbana desde el campamento romano, o desde Mileto, o desde las cuadras indoeuropeas, ¿qué decir ante las constancias de San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes, Cerro de las Mesas, Teotihuacán, Monte Albán, Tula y México azteca, trazadas desde su fundación o remodeladas como ésta última, en una concepción geométrica local (por no decir autóctona) que precede a Colón, a Cortés, a Pizarro, a Pedro de Mendoza o a Garay en veintiséis siglos contados desde las fundaciones olmecas?

A la luz de los hallazgos arqueológicos americanos, ¿no cobra nueva vigencia el planteo que se hacía el padre Furlong en 1969, sobre el origen del tipo urbano en damero? (27). ¿Pudo tener éste un curso independiente o paralelo en América o, si no, de dónde y por qué vías se difundió al Continente; cómo y por quiénes nos fue transmitido?.

Cuando, en 1950, el doctor Agustín Zapata Gollán comunicó a la Academia Nacional de la Historia los resultados de sus primeras excavaciones en Cayastá (28), el sitio Olmeca de La Venta era aún leyenda. Las excavaciones se realizaron allí en la temporada arqueológica de 1955-57, cuando ya no cabían dudas razonables sobre las minas de Santa Fe la Vieja. Y fué precisamente la traza en damero de la fundación de Garay, coincidente con el plano del posterior traslado de la ciudad y el reparto de solares en 1651, la clave del firme reconocimiento. No sólo dos mil quinientos años separaban a ambas fundaciones, sino un acertijo: la española nos había llegado, en su modalidad, por via transatlántica. ¿Y la olmeca?


Historia de dos ciudades


La ciudad nace en Mesopotamia juntamente con la asimilación del hierro por la cultura aldeano-campesina, pero las primeras ciudades en cuadrícula fueron, según las constancias arqueológicas: Mohenho Daro en el Penjab y Harappa en el Sind, ambas en la cuenca del Indo, hacia el 2500 aC (29).

Los centros ceremoniales olmecas y el zapoteca Monte Albán, La Venta y las ciudades clásicas: Teotihuacán, Tula y México azteca, también fueron trazados en plan axial y con planta en parrilla, pero mil años después. ¿Convergencia o difusión?

Ni Creta Minoica, ni Asiria, planifican sus ciudades de acuerdo con la modalidad simétrica y ordenada del antiguo valle del Indio; tampoco la India posterior, budista o brahmánica, heredera en cambio de otros principios constructivos; China sí, con la Gran Ciudad de Shang que se forma en el siglo XIV aC., en la edad del bronce (30), hacia la misma época de Tell el-Amarna, la ciudad consagrada al Sol por Amenofis IV, llamado Akhenatón. La ciudad egipcia se edifica en las proximidades del curso medio del Nilo, 500 kilómetros al norte de Luxor, en pleno desierto, en tomo a un eje de orientación norte-sur que es un camino real con ligero corrimiento de 8º Este.

Por lo que respecta a China y en punto a difusión, la planta geométrica de la ciudad antigua bien pudo llegar a indoamérica por via transpacífica. Se sabe que la cultura del Indo se hallaba comunicada por rutas comerciales que cruzaban el océano Indico hacia Arabia, Mesopotamia y Egipto. Esa gente conocía el arte de la navegación, construía barcos y contaba con puertos activos, como el de Lothar, dotado de diques de carena (31). Pero la cultura del Indo decae en el siglo XVI aC. y desaparece con las invasiones de los indoeuropeos hacia el 1500 aC. Las culturas urbanas de indoamérica son posteriores en varios siglos a esas fechas, de modo que el contacto no parece haber sido viable, salvo por una navegación casual. ¿Qué tradición urbanística pudieron transmitir navegantes accidentales del Indo en la costa peruana, por ejemplo, 500 años antes -cuanto menos- de edificarse Chavín de Huantar? ¿O en las costas occidentales de México, a cientos de años y kilómetros de La Venta y Teotihuacán?

La planta en damero del valle del Indo es heredada por los chinos, quienes la aplican hacia el 1.300 aC. en Gran Shang, según los Anales de Bambú. Y es aquí donde la práctica urbanística hace tradición desde los emperadores Shang en adelante. Desarrollaron los chinos un activo comercio, via marítima, con el extremo y medio oriente, incluyendo la región insular de Indonesia. Sus grandes juncos eran capaces de soportar una travesía del Pacífico sembrado de islas por el sur, via Hawai, o bien bordeando las costas de Asia y América por el norte y el este. Al respecto, son conocidos, aunque desde tiempos más recientes (siglos XVIII y XIX dC) los arribos de la nao de China a la costa de México, en Acapulco (32).

No obstante, al margen de conjeturas y especulaciones, habría que determinar de un modo fehaciente la “transferencia ultramarina de formas culturales asiáticas a América”, esto es, “los lazos que unieron a los pueblos de Mesoamérica (por ejemplo) durante una fase superior de su desarrollo, con los pueblos del Asia oriental y suroriental y que contribuyeron al nacimiento de las altas culturas americanas” (33), entre ellos la concepción de la planta en cuadrícula de los chinos, en la época Shang (1500 á 250 aC) a los olmecas, a los teotihuacanos o a Chavín de Huantar, la ciudadela más antigua del Perú indígena (1200 á 400 aC). Proyecciones no probadas en escala de alguna magnitud o certidumbre.

Quedarían a suponer eventuales contactos a través del Atlántico, hipotéticos los más, anunciados con alguna frecuencia por autores que han atribuído a las culturas indoamericanas influencias, cuando no un origen etrusco, griego, fenicio o judío -la tribu perdida de Israel- sin asidero en pruebas arqueológicas o etnográficas. En última instancia, no abundaban en la antiguedad mediterránea los portadores de la cuadrícula urbana. Ni Atenas, ni Esparta, ni Roma se edificaron con traza en damero, aunque los romanos la hayan aplicado posteriormente en sus campamentos militares. Recién hacia el 500 aC. se inició la difusión por el Mediterráneo de “los principios de la reja ortogonal (...) que se perfeccionarían durante el S. V aC. gracias a la obra del arquitecto y filósofo Hipodamo de Mileto” (34) en cuyos conceptos serán edificadas las ciudades de Rodas, Marzabotto, Pompeya y más tarde la lejana Numancia, en el mundo celtíbero, cuando ya existían La Venta, Teotihuacán y Chavín de Huantar, en línea genealógica con sus propios orígenes.

Más cerca de la Era, hubo una ciudadela en parrilla, Tula, capital de los toltecas clásicos, legendaria hasta su efectiva excavación y restauración, hace algunas décadas, relacionada con un personaje no menos legendario, el dios blanco y barbado en su versión de ce acatl Quetzalcoatl, a quien los lienzos mesoamericanos del siglo IX atribuyen haber gobernado a ese pueblo, dotándolo de las artes y las técnicas en las que descolló. Por el aspecto escandinavo de algunas imágenes halladas, se lo diría uno de esos vikingos que exploraban desde el 900 dC las costas del Labrador. Si así hubiere sido, su condición navegante y combativa hecha a invernar en aldeas precarias, nada pudo contribuir a la traza en parrilla de Tula, fundada antes de su arribo.

Cuando Quezalcoatl se desgració con los toltecas y debió desterrarse con su tribu, la de los itzaes, fue para insertarse en la ciudad maya, posclásica, de Chichén Itzá, cuyo aspecto revitalizó hasta el esplendor, pero sin aplicar la traza en damero.

Fiel a su vocación peregrina, Quetzalcoatl se fué por el mar, dando pie a la leyenda de que volvería a gobernar esas naciones una vez más. No pudo llevarse como algo original la idea de la planta en parrilla de los toltecas, porque ya era conocida en Europa, y tampoco pudo traerla como novedad, a su regreso, cuando a comienzos del siglo XVI, en tiempos de Moctezuma III, encarnó en Hernán Cortés, porque la planta en damero mesoamericana ya estaba consagrada en la capital azteca, heredera sin duda de Tula, y en el Cuzco incaico.

De dónde, la fuente atlántica permanecerá cerrada hasta que afloren indicios nuevos y seguros en los cuales asentar las hipótesis evolucionistas.

Entre tanto habrá que pensaren una invención paralela, americana, de la concepción axial y la planta en damero, de acuerdo con el siguiente cuadro:



AñoAméricaAsia y ÁfricaEuropa
-2500Mohenho Daro
Chanhu Daro
Harappa
-1500Ao
-1400Tell el Amarna
An-Yang (Gran Shang)
-1300
-1200San Lorenzo
Chavín de Huantar
-1100La Venta
-600Monte Albán IMileto
-500TeotihuacánPompeya
Marzabotto
-400Rodas
-200Campamentos
romanos
-100Numancia
70León
1000Tula
1200Cuzco
1325México-Tenochtitlán
1490Briviesca
1491Santa Fe de Granada
1502Santo Domingo I
1512Santo Domingo II
1515La Habana
1522México
1533Cuzco
1535Lima
1541Santiago de Chile
1573Córdoba del Tucumán
Santa Fe de la Vera Cruz

Mohenho-Daro (Pakistán Oriental). Planta de la ciudad según M. Busagli.



Ping-Chiang (plano grabado en piedra, según M. Busagli)



Plano de Rodas (Is. de Rodas, Grecia) según fotografías aéreas.



Plano de Pompeya (Italia) Según "Historia de las civilizaciones". Ed. Marín. Barcelona.



Plano de Teotihuacán. Pirámide del Sol (Centro derecha). Píramide de la Luna (Arriba, centro). Eje vertical N á S: calzada de los muertos.



Plano de México-Tenochtitlán atribuído a Hernán Cortés (S/D. A. Iñiguez)



Plano de Cuzco incaico (Según P. Gendrop)



Plano de la ciudad española de Santo Domingo (Archivo de Indias. Sevilla. C. F. D. A. Iñiguez)

NOTAS

1 - Cit. por C.W Ceram: “El primer americano”, Ed. Destino, Barcelona 1973, Pag. 312 y Ss.

2 - Osvaldo Silva: “Prehistoria de América”, Ed. Universitaria, Sgo. de Chile 1974 (2a. Edic.)Pag.32y Ss.

3 - Ignacio Bernal: “Museo Nacional de Antropología” (Antropología). Ed. Aguilar, México 1969, P. 33.

4 - Maíz, calabazas, chile, amaranto, frijol, etc.

5 - Perros, pavos, patos (en Mesoamérica); llamas y guanacos (en el Perú).

6- Oro, plata, cobre, estaño, plomo y mercurio.

7 - Cinceles, mazas, puntas de flechas, dardos y lanzas, filos de espadas y metates.

8 - Tazones, vasijas, platos, jarras, braseros, urnas, etc.

9 - Diabasa, obsidiana, diorita, pórñdo o basaldo, según las regiones.

10 - Walther Krickeherg: “Las antiguas civilizaciones mexicanas”. FCE (México) 1956, P. 98. George C. Vaillant: “La civilización azteca”. FCE (México) 1944, P. 190/9 1. José A. del Busto: “Perú incaico’. Ecl. Studium (Lima) 1979, P. 157.

11 - Sylvanus O. Morley: “La civilización maya”. FCE (México) 1947, p. 306, 309.

12- W. Krickeberg: O. Cit. P. 185. 5. G. Morley: O. Cit. Ps. 20 y 328. Víctor W. von Hagen: “El mundo de los mayas”. E. Diana (México) 1976, p. 246. Cf. “The aztec and Maya Papermakers”: “Se han hecho tres ediciones de este trabajo ... .) La edición de 1943 se limitó a 220 ejemplares e incluía muestras reales de papel de corteza (. . .) Una edición posterior, limitada a 750 ejemplares, fúe hecha en México: “La fabricación de papel entre los aztecas y los Mayas”. En ésta se volvieron a incluir muestras de papel. P. 270. (Subrayados míos: JLV).

13 - Dick Edgar Ibarra Grasso: “América en la prehistoria mundial”. Ed. TEA 1982.

14 - Jacques Soustelle: “Los oltnecas”. FCE (México) 1983.

15 - Rafael Girard “Historia de las civilizaciones antiguas en América”. Ed. Itsmo (México) 1979.

16- Jorge Enrique Hardoy: “Dos mil años de urbanización en América Latina” en “La urbanización en América Latina”, Dir. por J. E . Hardoy y Carlos Tobar. Ed. Instituto Di Tella, Buenos Aires, 1969.

17 - 5. G. Morley: O. Cit. p. 381 (hacia 317 dC en Uaxactún). Paul Gendrop y’ D. Eyden: “Arquitectura Mesoamericana”, en: “Historia Universal de la Arquitectura” dirigida por Pier Luigi Nervi. Ed. Aguilar (Madrid) 1975. P. 37 (hacia 50 aC). V. W. von Hagen: O. Cit., P. 173 (lo llama “arco corbelado”).

18 - J. E. Hardoy: O. Cit., p. 46. Guillermo Furlong: “Historia social y cultural del Río de la Plata”. TEA 1969, T. II, Págs. 507 y Ss.

19- Ignacio Bernal, O. Cit. P. 75.

20- Agusto Zapata Gollán: “La urbanización hispanoamericana en el Río de la Plata”. Dto. de Estudios Etnográficos y Coloniales, Santa Fe 1971.

21 - Id. Id. P. 16.

22 - G. Furlong: O. Cit. Vol. II, P. 507 (Der.): “Como en damero y con plaza”.

23 - A. Zapata Gollán: O. Cit. Cap. IV: “Santa Fe, la primera urbanización en el Río de la Plata”, Pag. 60. Id. Id.: “La urbanización de Santa Fe la Vieja”. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, XXXIII, Buenos Aires 1962, Págs. 7 13-726. Id.: “La expedición de Garay y la fundación de Santa Fe”. Dto. de Estudios Etnográficos y Coloniales (segunda época, N2 5): “En un pergamino, con la ayuda de un piloto, ha trazado la planta urbana “la primera urbanización en el Río de la Plata”, P. 51 (subrayados míos, JLV).

24 - Ing. Víctor F. Nícoli: “Juan de Garay y la fundación de Santa Fe”. Diario “El Litoral” 09-07-1960, 2da. sección, P. 3, Col. 8.

25 - A. Zapata Gollán: “La urbanización hispanoamericana ...“, P. 63.

26 - A. Zapata Gollán: “La urbanización en América”, Cap. II, Págs. 27 y Ss.

27 - O. Furlong: O. Cit.: “¿El tipo en damero era originario de América? Hay una nota curiosa en lo que respecta a la legislación hispana y a la práctica hispanoamericana, tocante al sistema en damero, y es sobre si esa legislación se inspiró o no en una realidad americana indígena”. P. 509 (Der.)

28 - Diego Abad de Santillán: “Gran Enciclopedia Argentina”. EDIAR 1963,1. VII, P. 440 (Der.).

29 - Autores Vs.: “Historia universal en sus momentos cruciales”. Aguilar (Madrid), 1970, P. 21: “Ciudades planificadas en manzanas rectangulares y calles entrecruzadas lo bastante anchas para que circularan carretas con bueyes”. George Contenau, en El arte y el hombre”. Ed. Larousse-Pala i1965:”... se han encontrado vestigios importantes de ciudades con edificios de ladrillo, obras de urbanismo muy perfeccionadas (cisternas, cloacas, etc.)”, Págs. 65 y Ss. (en especial 66y 70). Mauricio Taddei: “India antigua”. Ed. Mas-Ivar (Valencai 1972), P. 15 Talph Turner: “Las grandes culturas de la humanidad” FCE (México) 1948: “Mohenho-Daro, Harappa y Chandhu Daro eran ciudades bien construídas, conforme a un plano en tablero de ajedrez. Mohenho-Daro cubría una superficie de poco más de una milla cuadrada; se ha descubierto como media milla del trazado de la calle principal (8 m. de ancho). Calles laterales (4 m.). Estas calles son los primeros indicios que tenemos acerca de la planificación de ciudades antiguas. Págs. 174, 175 y Ss. Mario Busagli: “Arquitectura oriental”. Primera mitad del II milenio aC. Ciudades planta en parrilla. Planificación precisa, división en barrios por ocupaciones”, O. Cit., P. 21 y Ss. (Subrayados míos, JLV).

30 - Mario Busagli: O. Cit.: “Capitales de los emperadores Shang, dos identificadas: una cerca de Cheng-Chou, que sería la antigua Ao, citada en los Anales de Bambú, y que hoy se supone fundada en 1500 aC; la otra es Bsiao-t’un, cerca de An-Shang. Se cree que esta última y más famosa capital fué la llamada “Gran-Shang” (...) En estos emplazamientos se han identificado filas de viviendas cuadradas o rectangulares que suponen una red viana en tablero de ajedrez. Págs. 226 y Ss. (Subrayados míos, JLV). Ver también Págs. 298 (Der.), 299 y Ss.

31 - Id. Id.,P.21.

32 - “Hay que reconocer la posibilidad técnica de una comunicación transoceánica entre el sureste de Asia y Mesoamérica; las “hazañas náuticas” de los pueblos surasiáticos en la era de la colonización india no desmerecen junto a las de los normandos (...) Fa-Hien, un budista chino, navegó hacia el año 400 dC desde la India hasta Java y desde Java hasta el norte de China por mar abierto, en barcos que tenían cupo para más de 200 personas. Es probable que, con tales barcos -mayores que las carabelas de Colón-, los audaces marinos asiáticos pudieran haber llegado a América siguiendo la corriente de Kuroshío. W. Krickeberg, O. Cit., P. 414.

33 - W. Krickeberg. O. Cit. P. 409.

34 - Autores varios: “Historia de las civilizaciones”. Ed. Marín (Barcelona) 1981. II, 313 (Der.).

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